Un niño gay consigue retirar un premio a un político homófobo en EE UU
John Ragan promovió una ley que prohíbe a los maestros hablar de la sexualidad no convencional
Marcel Neergard es un niño de 11 años abiertamente gay que estos días celebra junto a su familia en el Estado de Tennessee (EE UU) haber ganado una batalla contra John Ragan, un político local que había recibido el premio al mejor legislador del año. Ragan apoyó una ley por la que se prohíbe a los profesores mencionar en clase cualquier tipo de sexualidad no relacionada con la procreación.
Neergard ha sufrido acoso escolar durante años por su orientación sexual por lo que decidió estudiar un curso entero en su casa. Este alumno ha conseguido que retiren el premio a Ragan, una hazaña para él y su familia que constituye toda una victoria por los derechos de la comunidad LGTB (lesbianas, gais, bisexuales y transexuales). “Yo sufrí acoso escolar en quinto grado. Escribí mis sentimientos en un diario, y lo volví a leer un año después. Corregí la gramática y decidí publicarlo en Internet. Entonces me enteré de que Ragan había recibido este premio, mi madre me lo dijo y me preguntó si quería hacer algo al respecto. Le dije: “¡Por supuesto!”, explica este joven por correo electrónico.
Neergard comenzó su lucha contra Ragan con una petición enMoveOn.org para que se le retirara el premio al político por haber apoyado la Ley de Protección en el Aula, que lleva parada en el Congreso de Tennessee varios meses. Para muchos expertos, esta medida atenta contra la diversidad y fomenta el acoso escolar. La campaña llegó a tener más de 50.000 firmas y, finalmente, la organización StudentFirst, promotora de este galardón, le quitó a Ragan su premio. “Estoy muy feliz de que StudentFirst se haya puesto de mi lado para luchar contra el acoso en las escuelas, pero todavía queda mucho por hacer para asegurarse de que lo que me ha pasado a mí no le vuelva a suceder a ningún niño más”, dice este joven.
Neergard cuenta que durante este verano va a disfrutar de su victoria. “Una vez vuelva al colegio el próximo curso quiero contarles mi experiencia y que sea un lugar más seguro para todos”. “Me encanta aprender”, continúa Neegard, “estoy muy emocionado de volver a mi colegio público”. “En quinto grado, los alumnos eran malos conmigo, eran abusos verbales, casi nunca agresiones. Me llamaban maricón, niña-botas (como siempre las llevaba puestas, eran mis favoritas y negras). Mis compañeros usaban la palabra gay como insulto, realmente duele que tus compañeros usen contra ti algo que te define como persona”.
Según relata su padre, Neegard llegó a tener ideas suicidas durante el tiempo que sufrió el acoso escolar, aunque la “mayoría de los insultos eran simples burlas, era algo intolerable para él”. “No se lo dijo a nadie, nos enteramos un día que fuimos al colegio y vimos a otro alumno golpeándole con la mochila”.
“Ser lo que eres es algo de lo que te tienes que sentir orgulloso. A la gente que está pasando por lo mismo que yo le diría que no deje nunca de ser el mismo”, continúa el niño. “Busca la ayuda de un adulto si sufres acoso. Con todo esto he aprendido que todo el mundo tiene la capacidad de luchar por lo que cree que es correcto. Solo porque seamos pequeños, no significa que no seamos nada”, prosigue Neegard.
A este joven le encantaría trabajar con GLAAD (la Alianza Gay-Lésbica contra la Difamación) en algunas de sus campañas como, por ejemplo, promover el Día del Espíritu, una jornada en la que la gente se viste con camisetas moradas para apoyar a la comunidad gay. “¿Mi sueño? Que los legisladores aprueben una regulación contra el acoso escolar en las escuelas”, termina Neegard.
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