Empleo, Desempleo y Estrés
danielsanroque.blogspot.com.es
Es conocido por todos que el trabajo
crea estrés. Las relaciones laborales (compañeros, jefes,...), la
inseguridad laboral, el espacio laboral, la carga de trabajo, la
propia penosidad del trabajo, etc., son factores que todos conocemos
y reconocemos como generadores de estrés.
La falta de trabajo, teniendo que
hacer frente a obligaciones económicas, el ver cómo se agota el
tiempo de subsidio de empleo, el que nunca llegue una oferta de
trabajo, etc., también son factores generadores de estrés, ansiedad
y depresión. Y, sin duda, todos conocemos casos que han acabado con
la vida familiar. Familias en las que se deteriora la relación y
pueden acabar con en separaciones conyugales.
Pero de lo que no se habla es del
estrés del trabajador con alteraciones de salud. De un tiempo a esta
parte se va viendo, cada vez con mayor frecuencia, el trabajador que
consulta a su médico de cabecera o urgencias, porque presenta alguna
alteración de salud e informa que no puede coger la baja laboral.
Personalmente he debido de poner vendajes funcionales (tobillo,
hombro, codo,...) para que un trabajador continuara realizando su
actividad laboral. Con recambios diarios o cada dos o tres días.
Simulación para seguir trabajando
El primer problema que tiene el
trabajador es evitar que su superior se dé cuenta de que se
encuentra enfermo o lesionado. Durante la jornada laboral intenta
mantener su eficacia y eficiencia. Sufre los efectos de su enfermedad
intentando dar una imagen normalizada. Si ello no es posible intenta
minimizar las alteraciones. Quitarles importancia y asegurar que eso
no le impide trabajar en condiciones normales. Hace todo lo que le
resulta posible para evitar que el jefe pueda pensar que otro lo
haría mejor. Esta situación empeora si el trabajo no es indefinido.
La ansiedad aumenta si el trabajo es temporal, o si falta poco para
la renovación del contrato. El pensar que si coge la baja laboral no
será renovado su contrato, o que se coloque a un suplente más
eficiente, joven, sano, etc., hace que intente mantenerse
laboralmente activo, sufriendo por encima de lo que sería normal.
Ello le crea, como es evidente, una situación de estrés por partida
doble: evitar que sus superiores lo noten y mantener la eficacia.
Tratamiento insuficiente
Tampoco puede ir a su médico de
cabecera, que es quien mejor lo conoce, salvo que el horario laboral
de ambos no coincida. El trabajador debe consultar fuera del horario
de trabajo, ya que no puede solicitar permiso para ir al médico. Eso
representaría poner sobre aviso a la empresa, sobre su estado de
salud.
De rebote, la asistencia sanitaria no
es la idónea. Quien lo visita es un médico de urgencias, sin
acceso, la mayor parte de las veces, a la historia clínica. Un
médico que no podrá hacer un seguimiento, que no puede solicitar
pruebas complementarias (analíticas, radiología,...) que no estén
dentro de lo habitual en urgencias, que las derivaciones a
especialistas no son posibles o deben hacerse a través del médico
de cabecera, etc.
Riesgos
Si el paciente precisa la baja
laboral, pero se niega a cogerla, se debe someter a tratamientos más
agresivos. Y aumenta la posibilidad de cronificar el padecimiento.
Pero también aumenta el riesgo laboral. Pongamos un ejemplo, como
puede ser una lumbalgia. Un mayor consumo de analgésicos,
antiinflamatorios, relajantes musculares, elementos ortopédicos,
etc., son precisos para poder seguir trabajando. El cuadro puede
empeorar, cronificarse y ser fuente de accidentes (al mover o
aguantar una carga el dolor puede producir que no la soporte, por
ejemplo) con peligro para el trabajador y sus compañeros de trabajo.
Resultado
Con todo ello, el trabajador enfermo
o lesionado, sufre una situación de estrés por miedo a perder un
precario puesto de trabajo, un mayor sufrimiento en el trabajo y un
mayor riesgo para su salud. Mayor riesgo por cronificación de
patologías o por los accidentes que puede sufrir.
Todo ello lleva a infradiagnosticar
el estrés, la ansiedad o la depresión. Facilitando que el paciente
se vea cada vez más afectado y con mayor dificultad para superarlo.
Llevando a la instauración de un cuadro crónico que lleva a una
incapacidad laboral, pues ya no es posible el ocultarlo. Y la pérdida
del puesto de trabajo se produce de forma irreversible. Al tiempo que
se inicia el “via crucis” de intentar demostrar una incapacidad
permanente, cuando no hay un historial de incapacidades temporales.
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