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martes, 22 de enero de 2013


Uniónn Nacional de Contribuyentes Atlas AC
Los políticos quieren hacer de México…

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¡una nación de limosneros!

Cuando el Poder solicita recursos para sí mismo, no tarda en acabar con la complacencia de los súbditos (…) Para obtener contribuciones, el Poder tiene que invocar el interés general.

Bertrand de Jouvenel

Pero, ¿para qué quieren los políticos instaurar el “Estado de bienestar”, que se ocupará de nosotros “de la cuna a la tumba”? Pues no para traer el bienestar, obviamente, sino para convertirnos a todos los mexicanos en limosneros de las dádivas del Estado, dádivas que provienen de lo que antes nos birló y de lo mucho más que se propone birlarnos: el “Estado de bienestar” es el bienestar de un Estado dirigista, de su clase política, la casta parasitaria que vive de la riqueza ajena.
No sorprende entonces que el programa para instaurar el “Estado de bienestar comience con la Cruzada Nacional contra el Hambre en Chiapas, una entidad federativa en la que los políticos -con y sin pasamontañas- se han empeñado en cultivar la pobreza para lucrar con ella.
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Mediante subsidios, de una cuantía sin precedentes, el gobierno de Enrique Peña terminará por convertir a los pobres de Chiapas en una legión de limosneros, dependientes de las dádivas del Estado, para luego replicar el modelo en todo el país, a fin de volvernos limosneros a todos.

¿Qué sentido tiene quitar para luego “dar”?
Los políticos y sus kapos fiscales promueven el alza de impuestos, en particular del IVA, cuya tasa quieren elevar y que además sea igual en todo el país (en zonas fronterizas es de 11% y no de 16%) e incluya a los productos ahora exentos (alimentos y medicinas). Encima, quieren nuevos impuestos especiales, como el de tipo “verde” para los consumidores de gasolina.
Sus argumentos son principalmente de dos tipos: el carácter supuestamente justo del atraco fiscal al buscar redistribuir la riqueza y el propósito de crear un sistema universal de servicios sociales, obviamente estatales, para que el Estado nos haga el gran favor de ocuparse de nosotros de la cuna a la tumba.
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Pero en términos del propio discurso de los políticos y sus kapos fiscales, el alza del IVA y su generalización tendría un efecto “regresivo”, es decir, les quitaría dinero a los pobres que, como quienes no lo son, también tendrán que pagar más por diversos bienes y servicios y sobre todo por comprar alimentos y medicinas.
¡Ah!, pero nos dicen, los políticos y sus kapos fiscales, esa regresión se corregirá de inmediato a través de “subsidios compensatorios” para los pobres, ya sea por vía de repartir dinero o ya sea mediantes servicios públicos. Al final lo pobres no sólo recuperarán lo que el IVA les quitó, sino que tendrá mayor poder adquisitivo: la devolución será “copeteada” como diría el inefable Vicente Fox.
Claro, siempre que el Estado dice que quita para luego devolver, algo o mucho se pierde en el camino. Pero vamos a suponer que el Estado devuelve el 100% -en términos monetarios- lo que quitó ¿Qué sentido tiene esto?, ¿no sería de elemental sentido común simplemente no quitar?, ¿no es absurdo quitar para luego devolver?



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Pues sí es absurdo desde el punto de vista de las víctimas (los contribuyentes), pero no en la lógica perversa de la clase parasitaria y sus kapos fiscales. Lo que ellos buscan con esta operación es quitarnos algo más importante que tal o cual cantidad de dinero: nuestro poder como consumidores, nuestro derecho a elegir y, en suma, nuestra libertad. Lo que buscan es hacernos limosneros…de nuestro propio dinero.
Ellos quieren que dependamos del Estado, que le roguemos como pordioseros, que nos humillemos, que perdamos la dignidad y encima le demos las gracias a nuestro (por la fuerza) Hermano Mayor.

El Estado, un rey Midas…al revés
Pero en esta operación no se crea que, así sea reptando, tendremos lo mismo que nos despojaron. Claro que no. Aun sin se deja de lado, por un momento, el valor sagrado a la dignidad, uno de los rasgos esenciales del “Estado debienestar” y de los servicios públicos en general, es que siempre recibiremos pésima calidad, en comparación con lo que obtendríamos por el mismo dinero de los servicios privados.
De modo que no sólo el “Estado de bienestar” nos despoja de dignidad al hacernos limosneros del Poder, sino que además degrada nuestra calidad de vida, desde un punto de vista puramente material. Y no se crea que eso ocurre sólo en los países del Tercer Mundo, en los del Primero la situación es esencialmente la misma.
¿Por qué es así? Porque es inherente al Estado. Leviatán es una suerte de rey Midas al revés: todo lo que toca, en lugar de transformarlo en oro, lo transforma en mierda…
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Por si alguien todavía lo duda véase el caso de la extensión de la seguridad social en su versión de atención a la salud, gracias a la creación del Seguro Popular. Ahora cualquiera puede acceder sin pagar (al menos directamente) a este elefante blanco.
¿Pero qué ha pasado en estos años en México? Que a la par ha crecido como nunca antes el servicio privado de atención primaria a la salud. Hemos presenciado el crecimiento vertiginoso de una serie de cadenas de farmacias (y más recientemente hasta supermercados) que dan consultas médicas y venden medicinas a precios bajos. Esto apenas comienza y si se le deja, la medicina privada terminará por masificarse más y alcanzar a las personas de todos los ingresos y condiciones sociales, mediante esquemas más amplios como el seguro médico.
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Pero más aún. Tan ni los políticos creen que los servicios públicos valgan un cacahuate, que los altos burócratas, los senadores, los diputados, los altos funcionarios de los organismos autónomos, los jueces y magistrados, ni que decir de los gerentes de las paraestatales y los jefes de los partidos políticos que viven de los contribuyentes, no van a atenderse al IMSS, al ISSSTE o al Seguro Popular, sino que disponen de seguros (privados) de gastos médicos con cargo para el contribuyente, obviamente. Quieren para nosotros lo que no toleran para ellos ¡Que sarta de hipócritas!
¿Por qué las empresas privadas de la atención primaria de la salud han derrotado la competencia desleal del Estado (pues el Seguro Popular es “gratuito”)? Por cuatro sencillas razones, por cuatro cosas que el mundo privado puede dar y el Estado es incapaz de ofrecer: mejor servicio, mejores precios, respeto a la dignidad de la persona y a su poder como consumidor.
Eso es exactamente lo que los políticos y sus kapos fiscales quieren anular. Si muchas personas de todas las condiciones e ingresos han encontrado satisfacción en la medicina privada, pues ahora nos quieren obligar a abandonarla encareciendo los medicamentos con impuestos. Pero si eso no basta, después vendrá la prohibición total de la medicina privada como en Canadá.
Pero la prohibición no impedirá la medicina privada, aunque sí la volverá clandestina. Los médicos privados podrán terminar en la cárcel por intentar curarnos o prevenir que enfermemos.
De eso se trata todo: de volvernos limosneros del Estado y de que éste controle hasta los aspectos más nimios de nuestras vidas. Por eso México entero debe decirle a los políticos y a sus kapos fiscales:


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