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viernes, 11 de enero de 2013


El extraño suicidio de Rudolf Hess, último prisionero nazi

El extraño suicidio de Rudolf Hess, último prisionero nazi
Rudolf Hess retratado en 1933. (Archivo Federal de Alemania)


Una muerte rodeada de misterio
El 17 de agosto de 1987 se anunció en todo el mundo que Hess se había quitado la vida ahorcándose con un cable eléctrico. Con 93 años había logrado evadir la vigilancia de los guardias para entrar solo en una cabaña del jardín. Allí ató el cable a los barrotes de una ventana y se suicidó. 
Tras conocer la noticia, la familia de Hess denunció públicamente que el suicidio de Hess era poco creíble, ya que éste no mostraba tendencias suicidas y además estaba casi ciego, sin fuerza y con una pierna prácticamente inmóvil. Sólo dos horas después las autoridades aliadas contraatacaron, anunciando que habían encontrado una nota de despedida en el pantalón de Hesse que, aseguraban, confirmaba su suicidio. En ella, según reflejó el diario alemán Bild, el dirigente nazi agradecía a su esposa sus esfuerzos por ponerle en libertad.
La familia del nazi siguió dudando de la versión oficial y encargó entonces una segunda autopsia, al director Instituto Anatómico Forense de Munich, Wolgfang Spaan, que determinó que su muerte se había producido por asfixia, no por suspensión, algo que tiraba por tierra la tesis de los aliados, aunque no pudo demostrar que Hess fuera asesinado.  

Las Fuerzas Armadas de Reino Unido fueron las encargadas de llevar a cabo una investigación oficial para esclarecer la verdadera causa de la muerte de Hess, pero se desconoce la conclusión de la misma, pues Margaret Thatcher –dos años después del suceso– se negó a facilitar a la Policía su contenido.
¿Suicidio o asesinato?
Años más tarde fueron atendiendo a la prensa diversos trabajadores de Spandau, que nunca se creyeron la versión oficial. Una enfermera que había cuidado al dirigente nazi durante sus últimos cinco años de vida aseguró a la BBC que éste fue asesinado, pero más impactante fue el testimonio del funcionario de prisiones que halló el cuerpo en la cabaña del jardín, Abdallah Melaouhi, que se atrevió a hablar dos años después del suceso. Según éste, y tal como informó el Abc en 1989, el cadáver no se encontraba cerca de la ventana, y mostraba huellas de un forcejeo para defenderse. Asimismo aseguró que Hess tenía artritis y, en ningún caso, habría tenido la fuerza suficiente para ahorcarse.
Tras la muerte de Hesse la prisión de Spandau fue derruida –para evitar que se convirtiera en lugar de culto de grupos neonazis– y en el solar que ocupaba se construyó un centro comercial. La muerte de Hesse sigue siendo un misterio y ha dado pie a cientos de teorías. Hay quien dice que fue asesinado por el MI6 –el servicio secreto británico–, otros piensan que en realidad se asesinó a otro hombre en su lugar, y muchas otras personas dan pie a la versión oficial. Sólo la publicación de los documentos oficiales, en poder de Gran Bretaña, podrá esclarecer la verdad. Pero para eso habrá que esperar, como poco, hasta 2017, cuando pasen 30 años del suceso. 

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