Un abrazo.
Gema
SENTIRSE ESCUCHADO, UNA EXPERIENCIA EMOCIONAL REPARADORA
Con relativa frecuencia nuestra pareja, familiares y amigos comparten con nosotros sus problemas y conflictos con su carga emocional correspondiente, muchas veces al objeto de sentirse escuchados y expresar lo que sienten; en definitiva, compartir su vivencia con la esperanza de sentirse aliviados. Si de forma consciente en ese preciso momento dirigimos una parte de los recursos atencionales hacia nosotros mismos, en no pocas ocasiones percibiremos que lo que los otros nos relatan causa cierta resonancia emocional en nuestro interior. Es decir, que las vivencias y experiencias de los demás reactivan pequeños o grandes fragmentos de nuestra biografía y su correlato emocional. Por tanto, la angustia y malestar de los otros nos pone en contacto con nuestras heridas antiguas y recientes, despertando ansiedades y miedos propios y trayendo al plano de lo consciente algunos conflictos personales ya resueltos o que aún se encuentran sin resolver.
Teniendo presente lo anterior, con frecuencia necesitamos de forma imperiosa “hacer algo” para solucionar el problema o conflicto de los demás, ya que éstos, a su vez, nos generan otro/s a nosotros.
Para ayudar a otra persona previamente tenemos que ser conscientes de si realmente estamos preparados para brindar esa AYUDA. Esto pasa por el reconocimiento de la capacidad que en ese momento tengamos para ESCUCHAR a esa persona en concreto, para hacernos cargo de lo que nos cuenta y para aislarlo de todo aquello que se reactiva en nuestro interior. De lo contrario, corremos el riesgo de hacer o decir cosas que están más orientadas a calmarnos a nosotros mismos o a encontrar soluciones para nuestros problemas y conflictos que realmente a ayudar a la otra persona. Esto es, se origina un diálogo que aparentemente es para con el otro cuando realmente buena parte de este diálogo se produce con uno mismo.
Y es que, como es natural, no todos los días y en cualquier momento y situación estamospreparados para ayudar a nuestra pareja, familiares, amigos o conocidos. Por ello, contamos con un repertorio de respuestas que nos permiten relacionarnos con los demás cuando estos comparten susproblemas y dificultades con nosotros. Aconsejar, consolar, “quitar hierro”, hablar de experiencias similares que han sufrido terceros o uno mismo, cuestionar y juzgar, interpretar, ironizar, cambiar de tema, ofrecerse, etc., son formas de “hacer algo” muy habituales y muy humanas que todos utilizamos en muchos momentos del día en nuestra relación con los demás, generalmente por pura economía cognitiva, emocional y relacional. Y, si bien algunas de ellas constituyen fórmulas socialmente reconocidas como valiosas de ayuda, lo cierto y verdad todas entrañan algo de peligro, ya que son respuestas que también pueden hacer daño, sobre todo cuando no se han pedido y se producen a “destiempo”. En definitiva, alternativas a la ESCUCHA.
En psicoterapia, los psicólogos habitualmente solemos encontrarnos con personas que manifiestan que nunca han sentido alivio y sensación de descarga emocional después de compartir sus problemas y sus dificultades y que lo que únicamente esperan de los demás son juicios, lecciones, consejos, comparaciones con los demás, etc., mostrando cada vez más reticencias a compartir sus experiencias y vivencias. Obviamente, de sus palabras se desprende dolor por no haber experimentado a lo largo de su vida la sensación de ser “simplemente” -como si esto fuera tan fácil- ESCUCHADAS.
Algunas personas que inician un proceso psicoterapéutico ven reducido de forma significativa su malestar psíquico al sentir por primera vez en su vida que son escuchadas. Esta vivencia constituye para ellas lo que los psicólogos denominamos una EXPERIENCIA EMOCIONAL CORRECTORA, esto es, una experiencia emocional, directa y nueva; “una forma de estar con el otro” que se adquiere en la relación con un “otro” y que por sí misma resulta emocionalmente reparadora.
JAVIER DE LA CRUZ LABRADO
Psicólogo Clínico y Forense
Director de CALIOPE INNOVA
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Todos los derechos reservados.
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Qué buen artículo. Me parece que la forma de vida que llevamos en la ciudad es, en este sentido y no en pocas ocasiones, no ayuda. No se puede escuchar teniendo prisas y falta de paz interior... ¡Gracias por compartirlo!
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