El ataque a Malala conmociona a todo Pakistán
Operada con éxito la chica que luchaba por la educación de las niñas
Escuelas cerradas, banderas a media asta, una resolución de condena en el Parlamento… El atentado talibán contra Malala Yousafzai, la joven de 14 años activista por la educación de las niñas,
ha conmocionado a Pakistán. Un equipo de médicos civiles y militares
trata de que los extremistas islámicos no se salgan con la suya. En la
madrugada de hoy, le extrajeron la bala que tenía alojada en el cuello,
muy cerca de la espina dorsal, y confían en su recuperación. Ella sabía
el peligro que corría y en una entrada de su blog contó que había recibido amenazas.
“Los médicos han intervenido y han extraído la bala”, anunciaron
fuentes del hospital militar de Peshawar donde se halla ingresada, tras
la delicada operación iniciada a las dos de la madrugada y que duró tres
horas. La decisión se tomó después de que se le detectara un derrame en
la parte izquierda del cerebro. Otra de las chicas heridas en el ataque
se encuentra en situación crítica, mientras que la tercera se recupera y
ya está fuera de peligro.
“Tengo miedo. De camino a la escuela, oí a un hombre [decir] ‘te voy a
matar”, anotó Malala en el diario que escribía como Gul Makai para la
BBC en urdu. Tenía 11 años y llevaba dos padeciendo el creciente control
de los talibanes sobre el valle del Swat, donde vivía con sus padres y
dos hermanos más pequeños. Poco después, los extremistas islámicos
cerraron su escuela y la situación se hizo insoportable. Malala y su
familia pasaron muchas noches sin dormir a causa de los bombardeos,
hasta que el padre decidió dejar su casa y trasladarse a Abbotabad.
La seguridad del valle mejoró tras la entrada del Ejército en el
verano de 2009. Los Yousufzai decidieron volver, convencidos de que su
hija estaría segura entre sus vecinos de Mingora, la capital de esa
pintoresca comarca. Malala, cuya identidad se reveló entonces, pasó de
la denuncia al activismo por la educación de las niñas. Ahora trabajaba
para crear un fondo que permitiera acudir a la escuela a las hijas de
familias sin recursos.
“Nos habían amenazado. Un par de veces llegaron cartas a casa en las
que se decía que Malala debería dejar de hacer lo que estaba haciendo o
que el resultado sería muy malo”, admitió su padre, Ziauddin Yousufzai,
en una conversación telefónica con Reuters. Pero nunca pensó que fueran a
hacer nada a una niña. Ziauddin, un maestro que hasta la llegada de los
talibanes al valle del Swat dirigía una escuela de niñas en esa
comarca, explicó también que habían rechazado la protección de las
fuerzas de seguridad porque querían que su hija tuviera una infancia
normal, pero también por las restricciones culturales de la zona. “Es
una muchacha joven y la tradición aquí no permite que una mujer tenga a
hombres alrededor”, declaró. Pero no fue impedimento para que un barbudo
con la cara cubierta se acercara el martes a la salida de la escuela y
le descerrajara un tiro en la cabeza.
El ministro del Interior, Rehman Malik, aseguró que “los responsables
han sido identificados”. No está claro por qué entonces el Gobierno
central ha ofrecido una recompensa de 10 millones de rupias (unos 80.000
euros) por cualquier pista que permita su detención.
El ataque ha recibido una amplia condena dentro y fuera de Pakistán.
Desde el presidente hasta los políticos de la oposición, todos han
expresado su solidaridad con Malala. En un inusual comunicado, el jefe
del Estado Mayor, el general Ashfaq Kayani, ha prometido no “ceder ante
el terror”. Miles de personas de todo el mundo le han enviado mensajes
de apoyo a través de las redes sociales. La UE, que tacha la agresión de
vil, ha pedido protección para Malala y Estados Unidos ha calificado el
atentado de “bárbaro y cobarde”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario