con el permiso de Javier de la Cruz excelente profesional, pongo aquí este art. el cual sinceramente me ha reportado un gran pensamiento acerca de su contenido LA ENVIDIA y hay que dejar envidias fuera y ser, hacer feliz y en definitiva vivir la vida que todos estamos de paso. Espero os guste tanto como a mi.
Un abrazo,
Gema
CUANDO LA ENVIDIA NOS AMARGA LA VIDA
En general, el reconocimiento de la envidia resulta más difícil que el de los celos, ya que estos históricamente han gozado de buena prensa al haber sido vinculados al amor. “Siento celos porque te amo”. Y es que, al contrario que el resto de los llamados “pecados capitales”, que están impulsados por el deseo, la envidia tiene como motivación inconsciente ser destructiva y "disfrutar de la desgracia del otro" (en la Biblia la envidia se vincula al odio, a la venganza y a la figura del demonio). Por eso, no es de extrañar que a veces nos alegremos de que a la persona a la que envidiamos caiga en desgracia.
La envidia es el sentimiento de rabia que surge cuando observamos que otra persona posee algo que deseamos, junto con el deseo de quitárselo “de forma destructiva”. De este modo, la envidia se convierte en el anhelo de que el otro deje de tener sin que, por otro lado, sea necesario que nosotros mismos pasemos a poseer eso que el otro tiene. Pero lo que está en juego no es el “objeto o cualidad del otro”, sino que el sufrimiento radica en la comparación con otro al que se considera superior y al que se necesita despreciar y machacar mediante el ataque envidioso. El fin último es la destrucción de la imagen del otro para aliviar la angustia que provoca el sentimiento de inferioridad.
En cuanto al origen de la envidia, a veces encontramos que esta surge en la identificación con padres o figuras de referencia envidiosas. De este modo el chico no crece mirándose así mismo, si no que permanentemente está pendiente de los demás y se compara con ellos. Mirar al otro, por tanto, se convierte en un elemento central en la construcción de su imagen y del mundo.
Por otro lado, también observamos que algunos padres tratan de que sus hijos no experimenten envidia. Paradójicamente, a través de esta conducta “sobreprotectora”, los niños quedan sensibilizados ante la envidia y presentan dificultades para aceptarla e integrarla en su repertorio emocional.
Existe un mecanismo de retroalimentación de la envidia. Cuando una persona siente envidia, ataca el goce de los demás. Y cuanto más goza el otro, más envidia siente. Por tanto, el placer de los demás incrementa la frustración y la envidia en el envidioso. Se envidia por la propia incapacidad para gozar y, a su vez, la envidia se convierte en el mecanismo que le incapacita para ese goce propio. Lo que queda es un sentimiento de amargura. Por ello se dice que la persona envidiosa está siempre amargada.
Por último, otra de las consecuencias de la envidia es el empobrecimiento o ausencia de desarrollo personal del que la experimenta. El ataque de las cualidades del otro no permite al envidioso incorporar aquellas características, elementos o creaciones valiosas de los demás. Probablemente la necesidad de diferenciarse del otro desde la envidia impide el crecimiento y desarrollo personal de algunas personas.
JAVIER DE LA CRUZ LABRADO
Psicólogo Clínico y Forense
Director de CALIOPE INNOVA
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La envidia...esa experiencia emocional a la que algunas veces le ponemos el adjetivo de "sana" y que para algunas personas, dada la intensidad y frecuencia con la que la experimentan, constituye uno de sus puntos de flotación o elemento organizador de su relación con los demás y con el mundo.
ResponderEliminarA veces la envidia amarga y limita el desarrollo personal, pero con la ayuda de un profesional puede trabajarse y transformarse en una oportunidad de crecimiento.
Javier de la Cruz
www.caliopeinnova.com
Sin lugar a ningún alegato a lo aquí expuesto por Javier, la envidia es la lacra del ser humano, lo que aminora en calidad de la persona y lo que hiere, lamenta y perdura en el ego del ser humano.
ResponderEliminarPor supuesto, es dicho bien cierto que los celos matan y la envidia no es sana, porque por dentro no es sana sino que es dañina al que la padece.
Saludos y gracias Javier.