El Gobierno portugués impone una fuerte subida de impuestos para 2013
El Ejecutivo de Passos Coelho entrega el borrador de las cuentas al Parlamento
En muchos de los casos, el aumento de impuestos equivaldrá,
simplemente, a perder, más o menos, un salario entero. Los desempleados
—cada vez más en Portugal, que roza un índice creciente de desempleo
cercano al 16%— van a cobrar un 6% menos, según figura en una de las
cláusulas de este presupuesto que será recordado durante muchos años.
Los pensionistas que ganen más de 1.350 euros también verán recortado lo
que perciben al mes.
Hubo bocetos, filtraciones, pasos adelante y pasos atrás,
maratonianas reuniones del Consejo de Ministros de más de 15 horas y
reuniones pactadas hasta hoy mismo, poco antes de la hora límite en que
el Gobierno debía entregar el presupuesto a la Asamblea de la República.
Para algunos, esto daba cuenta del ambiente de improvisación y
nerviosismo del Gobierno. Para otros, era una señal de que a la postre,
dadas las críticas recibidas en los últimos días, Passos Coelho
recularía, al menos en parte. Al fin, el ministro de Finanzas, Vítor
Gaspar, en una esperada conferencia de prensa, ofreció la versión
definitiva del documento y acabó con las esperanzas de quien había
pensado que, a última hora, se aliviaría la tenaza fiscal que se cernía
sobre el país. Passos Coelho, cada vez más frágil en las encuestas, no
renuncia, pues, a su divisa fundamental, cada vez más criticada dentro y
fuera del país: la política de recortes y de la austeridad, la firmeza
ante los compromisos firmados con la troika y la obsesión en cumplir lo
prometido sea cual sea la coyuntura económica o los maremotos
financieros. Gaspar fue claro al respecto. Admitió que, en este momento,
es normal que haya incertezas y recelos ante esta política pero añadió
que el Gobierno va a continuar en la misma línea.
Llamar “incertezas y recelos” a lo que le cae en estos días al
Gobierno portugués es un eufemismo, cuando no una ironía. A las
protestas callejeras y los constantes ataques en la prensa a base de
explosivos editoriales en los que se reniega de esta austeridad a todo
trapo, se suman las opiniones de personalidades relevantes de la
sociedad lusa que, una tras otra, desfilan por televisión sumándose a la
crítica general. El último fue el expresidente de la República Jorge
Sampaio, del Partido Socialista portugués (PS), que en una entrevista
reciente aseguró: “Ya todo el mundo sabe que esto no funciona. Esta
austeridad va a reventar el país, va a reventar la esperanza de la gente
y va acabar por reventar la democracia en Portugal”.
El mismo presidente de la República, Aníbal Cavaco Silva, del mismo
partido que Passos Coelho, ha colgado un comentario cargado de intención
en su página de Facebook en el que asegura: “No es justo pedir el
cumplimiento del déficit cueste lo que cueste”. Eso sí: tanto la
izquierda como algunos de los comentadores de su página le piden a
Cavaco Silva que se olvide de dar consejitos en la distancia, se deje de
“desahogos en Internet” y proceda y actúe como presidente dentro de su
potestad. Entre sus atribuciones se cuenta, entre otras, la de promulgar
o no, precisamente, el presupuesto.
Desde la izquierda se le pide al Gobierno insistentemente que
renegocie los plazos de la deuda soberana porque solo los intereses se
comen, de largo, todo el ahorro y los recortes efectuados a la
población. O si no, que modifique el plazo del déficit a fin de gozar de
más espacio. En una palabra: que se despoje del corsé económico
confeccionado por la troika y asumido gozosamente por Passos Coelho.
Sampaio fue gráfico al exigirlo: “Necesitamos más tiempo para poder
tomar aire y respirar”.
Pero el imperturbable ministro de Finanzas Gaspar fue también muy
claro al asegurar que la línea trazada por este Ejecutivo no se va a
desviar ni un milímetro. “Retroceder ahora sería incomprensible, no es
una opción buena. Y no pagar tampoco lo es. Pedir más tiempo sería un
alivio momentáneo que no serviría”.
El responsable de las cuentas públicas portuguesas, simplemente,
justificó este presupuesto de hierro en una frase, a su juicio,
definitiva: “Este presupuesto es el resultado de no tener margen de
maniobra”. Y recordó que en noviembre y en febrero visitarán Lisboa los
representantes de la troika para comprobar el estado de la economía
portuguesa y acordar, si procede, la transferencia del tramo
correspondiente del macropréstamo concedido hace un año y medio para
evitar que el país acabara en la bancarrota. Es decir: el Gobierno,
según él, juega el partido con las manos atadas.
Mientras, las protestas callejeras se suceden en un pulso
ininterrumpido con el poder: el sábado hubo dos grandes manifestaciones
en Lisboa. Ayer se organizó otra frente al Parlamento portugués. Y va a
seguir: el sindicato CGTP ya ha convocado una movilización a finales de
octubre y una huelga general en noviembre.
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