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domingo, 21 de octubre de 2012

Y ahí va este comentario sobre la INDEPENDENCIA de BCN publicado en el blog de JORDI CASAS.
Muy interesante...
Un abrazo.

PD. Gracias Jordi.
Gema

http://jorghaus.blogspot.com.es/2012/09/patranas.html


MIÉRCOLES, 12 DE SEPTIEMBRE DE 2012

Patrañas

POR QUÉ ES MENTIRA LA EXCLUSIÓN DE CATALUÑA DE LA UE


Ayer hacía un comentario respecto a la situación de Cataluña en el contexto de una potencial independencia. Hoy lo quiero recalcar, sobre todo por algunos pretendidamente sesudos comentarios de algunos descerebrados mediáticos de toda calaña, que o bien no se enteran, o bien no piensan, aunque lo más seguro es que sucedan ambas cosas..

Decía ayer, insisto, en que el artículo 49 del Tratado de la Unión no contempla la situación en la que un estado miembro se divide en dos o más estados. Una circunstancia en la que los próceres del europeísmo no habían caído (¡anda, los donuts!) y que ahora les trae más quebraderos de cabeza a sumar a los que ya se les acumulan, pese a la extensión inacabable e indigerible del corpus legislativo de la ¿Unión?.

A las iniciales declaraciones de ayer, en el sentido de que Catalunya quedaría fuera de la UE en el caso de independencia, ha seguido hoy una matización por parte del vicepresidente de turno, que en el fondo ha venido a dejar las cosas como estaban: no se sabe que hacer en este tipo de casos. Y lo que hagan, lo harán sobre la marcha. Claro.

De entrada debo señalar que cuando una cosa no está regulada, sencillamente no está regulada, lo cual no quiere decir que no se le pueda aplicar el derecho  internacional en el sentido más conveniente para las partes. Y mucho menos quiere decir que se la pueda excluir del ordenamiento jurídico. Hay que ser muy inculto, o muy torticero, para pretender que los marcos de alegalidad son equivalentes a exclusión. Antes al contrario, lo que no está regulado está permitido, mientras no se incorpore la situación a un marco legal definitorio de la misma.. Dicho de otro modo y en palabras que todos entienden (y que incluso los voceros mediáticos anticatalanes deben admitir): todo lo que no está expresamente prohibido está permitido en tanto no exista una disposición de rango legal que así lo establezca.

Por lo tanto, si no está expresamente establecido que la secesión de un estado miembro deba comportar la solicitud de una nueva admisión por parte de los estados resultantes, quiere decir que mientras dios o Merkel no lo remedien, los estados secesionados deberían seguir siendo miembros de la UE.. Pero dejen que contenga la risa, que ahora explico algo que tiene su gracia.

El señor Olivier Bailly, portavoz de la UE, junta a la desgracia de ser un bocazas la de ser belga (lo que no deja en muy buen lugar a sus compatriotas, pobres). Bien, es de todos conocidos -bueno, de todos no, porque los periodistas españoles no se enteran, por lo que se ve- que Bélgica puede sufrir en muy pocos años una escisión entre el norte flamenco y el sur valón. De hecho flamencos y valones viven mucho más de espaldas que catalanes y españoles, por un decir. Es más, en Bélgica todos dan por sentado que ambas comunidades acabarán separándose.

Cuál debe haber sido el espanto de sus jefes en Bruselas, porque ante la tesitura que ha planteado el señor Bailly resulta que si Valonia y Flandes se separan, nos encontraremos, oh dios mío, ante la escabrosa circunstancia de que la ciudad que alberga a las más altas  instituciones europeas estará fuera de la Unión Europea porque el estado que la albergue deberá solicitar de nuevo la adhesión. Esperen que me seco las lágrimas antes de continuar. Lo más divertido es que la sede de la UE no formará parte de la UE hasta que se acepte su adhesión. Para partirse de risa.

Por esto no son pocos los juristas que han insinuado que la escisión de estados miembros no puede comportar otra cosa que el mantenimiento de los estados resultantes dentro del Tratado de la Unión. Esperen, no se vayan aún, que todavía hay más.

Supongamos un escenario en el que España se separa de Catalunya, es decir, el inverso del que se plantea. No por improbable resulta imposible desde el punto de vista jurídico. Sigamos con la hipótesis: España se escinde de Catalunya. Me pregunto ¿implicaría eso la salida de España de la UE conforme a los criterios que proclaman los bocazas mediáticos?. A mi me parece que no (y a los de Intereconomía les daría un soponcio si se planteara tamaña barbaridad).

Pero es que aún hay más: ¿qué sucede cuando un estado miembro se divide en dos o tres o cuatro estados miembros?. Pues que desde un punto de vista ontológico el estado inicial deja de existir. En este supuesto ya no existiría el Reino de España que suscribió el tratado de la unión en su momento, por lo que, de acuerdo con el señor Bailly, todos los estados resultantes deberían solicitar su nuevo ingreso en la Unión. Llevemos esta argumentación al extremo: todas las Comunidaes autónomas deciden independizarse, menos Ceuta y Melilla, que pretenden seguir siendo el Reino de España. Así pues, Ceuta y Melilla siguen en la UE, y el resto queda fuera. En resumen dos territorios africanos, minúsculos por más señas, seguirían siendo España., y estarían en la Unión. El resto, a solicitar el nuevo ingreso.

El argumento no está traído por los pelos: cuando se escindió la Unión Soviética, desapareció la Unión Soviética, y quedaron en su lugar una serie de estados cuya suma era igual a la antigua URSS. Cuando se escindió -a lo bestia- Yugoslavia, nada quedó como la tal Yugoslavia. Si se escinde España, y da igual que sea Catalunya, Euskadi, o Extremadura, lo que queda no es la antigua España, sino otro estado diferente, aunque pretenda seguir llamándose Reino de España.  Por ejemplo, si se escinde Escocia, o Gales, o ambos, ya no existe el Reino Unido, porque sólo queda Inglaterra.

Así que el problema es más bien de denominaciones, por una parte, y de atribución de cual es el estado nuevo y el antiguo, pero políticamente los dos (o tres, o cuatro) estados resultantes son nuevos y ninguno de ellos tiene por qué ostentar, en exclusiva, las facultades que le permitieron adherirse a la UE en su día. No quiero ni pensar qué sucedería si España se dividiera exactamente en dos estados nuevos e iguales en población y recursos, y uno se llamara España del Este y el otro España del Oeste. ¿Cuál de las dos Españas, además de helarme el corazón, seguiría en la UE?

Un último apunte, no por ello menos obligado. Si un estado cambia su estructura y pasa a ser una federación, o incluso una confederación de estados por métodos pacíficos y unánimente aceptados, eso también debería implicar su salida de la UE y una nueva renegociación de su adhesión, si seguimos los argumentos, a estas alturas bastante en entredicho, de quienes quieren una Catalunya arrojada a las horcas caudinas del ostracismo europeo si se independiza.

Conclusión: los antiindependentistas tendrán que buscar argumentos más sólidos que los empleados hasta ahora para atemorizar a la población, aunque en todo caso, nadie dude que si planteara una situación así, Catalunya tendría su adhesión más que garantizada a la Unión Europea. Otro asunto es saber si en el futuro todo esto va a servir de gran cosa si nuestros europeístas dirigentes no se ponen en la labor de conseguir una auténtica unión política y se dejan de mercadeos vergonzantes. Y vergonzosos.


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