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domingo, 3 de febrero de 2013


MÉXICO | Controlan el acceso a sus calles y carreteras
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Los indígenas que plantaron cara al 'narco'

Saúl Ruiz Mata
  • Quince municipios del estado mexicano se levantan en armas
  • Han tomado el control del acceso a sus calles y carreteras
  • Hace un mes se hartaron de la violencia y decidieran tomar el control

"Se equivocaron con nosotros" me explica el comandante G1, encargado de la ronda nocturna. "Somos tan pobres que no somos de gastar cartucho a lo pendejo. Aquí el que dispara, acierta", pavonea.

Para llegar a Ayutla hay que conducir unas ocho horas desde el DF y pasar 12 controles. Uno del ejército, otro de la policía y otro de las autodefensas. Uno de los soldados, otro de la policía federal y otro de las autodefensas. Y así, sucesivamente, vamos enseñando la documentación, abriendo el coche… y vuelta a empezar.
"Somos tan pobres que no somos de gastar cartucho a lo pendejo. Aquí el que dispara, acierta"
Ya en el último retén, casi a las puertas de El Mezón, mi protesta es lo más torpe. "Está usted en territorio autónomo si no le gustan las reglas vuélvase por donde ha venido" explica un encapuchado de guaraches embarrados y camisa desgastada. La vieja escopeta impresiona poco, pero el pasamontañas y el tono, bastante.
Me queda claro a mí, al ejército que no se acerca, y a "los malos" que no han vuelto a aparecer.
Desde que hace un mes se hartaron de la violencia y decidieran tomar el control, brigadas de encapuchados armados vigilan la seguridad en carreteras, caminos y calles de la costa chica del estado de Guerrero, uno de los más pobres del país. Primero uno, luego otro, después otro más y así hasta 15 municipios se han organizado en una especie de fuerza paramilitar que no obedece ni a policía, ni a ejército ni autoridad alguna que no haya salido de sus comunidades. El gobierno de Peña Nieto contempla con preocupación un levantamiento popular tan inquietante como el zapatista.

'Macrojuicio'

Así que llegados a este punto, lo mejor es aceptar las reglas si quiero llegar al 'macrojuicio' que se celebra hoy, en el corazón de la Costa Chicacontra 54 personas acusadas de trabajar para los cárteles de la droga, de extorsión o violación.
Cientos de campesinos, escopeta en mano, recién llegados de la montaña toman posiciones frente a los delincuentes. Bajo un calor abrasador siguen muy atentos la conformación de un Tribunal popular que responde a los "usos y costumbres" de los indígenas recogidos en la Constitución mexicana y la Ley 701 sobre el 'Reconocimiento, Derecho y Cultura de los pueblos y Comunidades Indígenas del Estado de Guerrero'.
"Hoy, siendo las 11:15 de la mañana queda instalada la 4º Asamblea Popular para sacar esas chingaderas que nos hacen mal"
"Uriel Cipriano, 36 años, delincuencia organizada, Vicente Mayo, 22 años, halcón (vigilante de los cárteles), Román Navarrete, 28 años, violador de cuatro mujeres…" lee el maestro de ceremonias. "Cuello", murmuran dos espontáneos. A un lado los pobres y al otro, los más pobres.
Hasta hace unos meses dos cárteles se peleaban el control del puerto de Acapulco, una importante vía de entrada de la droga del Pacífico. Con la llegada del ejército el narco se desplazó hacia el interior de la montaña.
Al principio la región era utilizada sólo como ruta de paso de la droga hacia Estados Unidos pero poco a poco empezó a llegar "gente extraña" a la zona y comenzaron los secuestros, los robos, las violaciones, las extorsiones, las matanzas… En resumen, una fotocopia de lo que sucede en el país donde la guerra entre y contra los cárteles de la droga ha dejadounos 90.000 muertos y 25.000 desaparecidos.

Un error de cálculo

Sin embargo en la Costa Chica un error de cálculo provocó el levantamiento. Es difícil exigir 500 pesos quincenales a quien a duras penas logra lo suficiente para comer. Cuando el 5 enero miembros de la célula de 'Los Pelones' secuestraron al comisario de Rancho Nuevo por no pagar la extorsión mensual, se buscaron también la ruina.
Los municipios de la región se organizaron, se pusieron capuchas negras, tomaron sus viejas escopetas de cazar venados y comenzaron una búsqueda que duró varios días hasta que lograron su liberación. La mecha del levantamiento de autodefensa de la policía comunitaria había prendido. "Me trataron como a un animal, me enrollaron un cable de la luz al cuello y me golpearon casi hasta la muerte" explica durante el juicio este hombre convertido ya en símbolo de la solidaridad vecinal y la resistencia.
"Secuestraron al comisario de Rancho Nuevo por no pagar la extorsión mensual y se buscaron también la ruina"
"Hoy, 31 de enero, siendo las 11:15 de la mañana queda instalada la 4º Asamblea Popular …" suena desde el altavoz. Motivo: poder terminar con la delincuencia y "poder sacar esas chingaderas que nos hacen mal» se escucha. El calor es insoportable.
Desde que las autodefensas tomaron el control han detenido a 54 personas que llevan más de un mes en la escuela del pueblo y hoy son presentados en grupos ante todos los comisarios de la región, directores de escuela, sacerdotes, familiares de las víctimas y familiares de los detenidos.
"El movimiento es un hartazgo de los delincuentes contra los ciudadanos y el abandono de todos los niveles de gobierno. Cansancio al cobro de piso (un tipo de extorsión) a los secuestros, a la venta de droga… este movimiento es la recuperación de la dignidad gracias el artículo 39 de la constitución dice que el poder emana del pueblo y que el pueblo puede cambiarlo cuando este no esté a la altura de los problemas" explicaBruno Plácido, cabeza de este levantamiento organizado desde la UPOEG (Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado Guerrero).

'Seguir el ejemplo'

Según los expertos, el paramilitarismo es el ingrediente que faltaba alproceso de 'colombianización' que vive México debido al poder de los cárteles de la droga. La diferencia es que mientras en Colombia los caciques y terratenientes financiaron a los grupos armados frente a la guerrilla, aquí son pobres los que se han organizado para defenderse en medio del entusiasmo de la población, que ve cómo la violencia se ha reducido a cero.
"Al pueblo se le acabó la paciencia no se puede seguir así"
"Al pueblo se le acabó la paciencia no se puede seguir así" explica el sacerdote Manuel Campos Hernández, parte del tribunal. "Los policías comunitarios son los nuevos patriotas que asumen valores como justicia y la seguridad pero no por dinero. Invitamos a todos los pueblos a que sigan el ejemplo y se organicen", concluye.
Finalmente el juicio se aplazó hasta el próximo 22 de febrero y seguramente los detenidos terminarán haciendo trabajos para la comunidad durante muchos años, pero esta noche volverá a patrullar el comandante G1 al frente de un grupo de hombres armados y encapuchados. También esta noche, mujeres anónimas salidas de entre las sencillas viviendas de cemento y lámina, se acercarán hasta su improvisado cuartel general, frente al Aurrerá de las afueras, con ollas llenas arroz y frijoles para sus nuevos cuidadore
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