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miércoles, 27 de febrero de 2013


ARGENTINA | Su cumpleaños, motivo de alarma en la Casa Rosada

Cristina Kirchner cumple 60 años sujeta al fantasma de la soledad

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Cristina Fernández de Kirchner. | Foto: Afp
  • Todos los argentinos viven en permanente ansiedad ante el humor de Cristina
  • El límite entre sus problemas personales y los asuntos de Estado es difuso
  • 'Cuanto más graves son las dificultades, más se encierra en su propio mundo'
Los cumpleaños de Cristina Kirchner, como cualquier acontecimiento de su vida privada, son motivo de alarma en la Casa Rosada. Especialmente en esta ocasión, en que la presidenta, nacida el 19 de febrero de 1953, cumplía 60 años. ¿De qué modo le afectaría sumar una década más a su calendario?
El principal temor de los funcionarios, desde el piloto del avión presidencial hasta el jefe de Gabinete, era que su hija Florencia encontrara excusas para no asistir al festejo o que Cristina se peleara con su hijo Máximo, a quien le reprocha su falta de compromiso político. Si el evento transcurrió en paz fue gracias a que su nuera Rocío García le puso un toque festivo al anunciar su nuevo embarazo.
El aborto espontáneo que tuvo la esposa de Máximo, hace poco más de un año, hundió a la jefa del gobierno en un estado de zozobra que la mantuvo funcionando a medio gas por varios días. Tan pronto como se repuso, embistió contra la prensa independiente y rompió la alianza que con tanto trabajo, su esposo Néstor Kirchner había establecido con Hugo Moyano, el más poderoso de los dirigentes sindicales. Cristina acusó al camionero de haber precipitado la muerte de su esposo, en octubre del 2010, por una fuerte discusión que tuvieron.
Antes de la tragedia, ella contaba con el entonces 'primer varón' de la Nación para hacer frente a los aspectos más ingratos de su cargo -hablamos de su primer periodo en la presidencia- y combatir a los "pum para abajo", como llama a sus bajones. Desde que partió Néstor, la viuda, heredera de un poder inmenso, carga a solas con el duelo mal procesado del fallecimiento del ex presidente.
Los cuadros de lipotimia, los dolores lumbares y las rachas de mal humor que la asaltan, mantienen en vilo no sólo a los ministros de su gabinete. Los empresarios, los dirigentes sindicales, los jubilados, las fuerzas de seguridad... En realidad todos los argentinos viven en estado de permanente ansiedad, pues el límite entre los problemas personales de Cristina y los asuntos del Estado se hace cada vez más impreciso y afecta la calidad de sus decisiones.
Todo gira en torno al estado de ánimo de la inquilina de la Casa Rosada. La nacionalización de la petrolera Repsol-YPF; el agravamiento de la crisis con Gran Bretaña en torno a la soberanía de las islas Malvinas; la firma de un acuerdo con Irán para investigar el atentado contra la sede de la organización judía AMIA (1994) nada menos que en Teherán y en los términos que convengan al régimen fundamentalista de Mahmud Ahmadineyad... Las decisiones más relevantes se toman según la inspiración del momento y acaban perjudicando la imagen del país y de la propia presidenta, quien se ha fumado el enorme capital de apoyo popular que obtuvo al revalidar su mandato con más del 54% de los votos.
"Las personas que no tienen relaciones afectivas fuera del marco familiar suelen llevar sus problemas a la oficina. Cristina es una persona solitaria que metaboliza sus conflictos en la esfera pública. Por eso la psicología ha desplazado ha desplazado a las ciencias políticas en la interpretación de los asuntos colectivos", afirma Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica de Argentina.
Las rarezas de su gestión, como el tuit que envió desde Viet-Nam, anunciado que "Cristina está recargada (como Matrix)" o la idea de que el estrechamiento de las relaciones con China obedece a que ella nació en el Año de la Serpiente de Agua (del calendario chino) ya sin mencionar sus llorosas invocaciones a Néstor en todos sus discursos -"él me puso en este lugar para que su sacrificio no fuera en vano"- también demuestran que la subjetividad de la que manda, sus ocurrencias, se han vuelto más decisivas que nunca en la vida pública.
"Cuanto más graves son las dificultades, más se encierra en su propio mundo, sin prestar atención más que a un grupo reducido de colaboradores, que no se atreven a contradecirla pues sin ella elkirchnerismo no tendría futuro. Al punto de que si la presidenta decide que no hay inflación los aduladores dicen amén, aunque basta con ir al supermercado para comprobar lo contrario. Por algo Néstor decía que a Cristina no hay que llevarle problemas porque se enreda", concluye el analista político Jorge Forest.

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