El euroescepticismo aflora en dos de los gigantes europeos
A raíz de la crisis europea, son cada vez más las voces que piden en diferentes países la salida de la UE. Las últimas semanas, éstas demandas anti-europeístas se han hecho evidentes en dos de los pilares europeos, como son Alemania y Reino Unido.
¿Europa sin Alemania? Pros y Contras
El pasado 6 de Febrero se constituyó en Alemania el partido liberal-conservador euroescéptico Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland) formado por economistas, intelectuales y políticos que reclaman el retorno del marco alemán con la consiguiente salida del euro, sin tener que salir necesariamente de la UE. El partido también propone la prohibición de los rescates a otros países y de la financiación nacional a través de bancos e instituciones financieras.
En esta línea, el empresario alemán Wolfang Reitzle declaró al semanario alemán Der Spiegel, que la salida del euro sería beneficiosa para Alemania a largo plazo gracias a la apreciación del “nuevo” marco alemán que permitiría a los alemanes competir con potencias emergentes. Sin embargo, Reitzle apuesta por mantenerse en la eurozona, aunque insiste que no a cualquier precio.
Muchos medios de comunicación, entre ellosThe New York Times, predicen una salida inminente de Alemania si sigue en marcha la política de rescates, que según asegura, podría llegar a costarle el 7% de su PIB. Sin embargo, tanto el New York Times como otros medios internacionales señalan que en el caso de una ruptura monetaria tanto los países del euro como Alemania tendrían problemas de deuda e inflación, y aconsejan la creación de los eurobonos antes de tomar otras medidas más extremas y dolorosas.
También han salido a la luz otras alternativas, como la propuesta por Fritz Bolkenstein, ex-comisario europeo, que propone la creación de una moneda común diferente para los países europeos con triple A, como Holanda o Finlandia, hecho que aparentemente perjudicaría el euro convencional.
¿Good-bye Reino Unido?
El euroescepticismo también se consolida en Gran Bretaña, donde el pasado 15 de mayo, más de 100 diputados del Partido Conservador votaron a favor de una enmienda para legislar un futuro referendo que preguntaría a la población: ¿Cree que el Reino Unido debe seguir siendo miembro de la UE?
El especial encaje de Gran Bretaña dentro de la Unión se tambalea con la aparición y posible consolidación de un nuevo partido parecido a Alternativa por Alemania, llamado Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP). Una agrupación euroescéptica y nacionalista dirigida por Nigel Farage, que después de los resultados del sondeo regional, y ante las dudas sobre la viabilidad de la nueva formación, aseguró: “UKIP is here to stay”.
Por supuesto, aún existen muchos defensores de la Unión Europea en el Reino Unido, como Thomas de Maizière, que se muestra preocupado por el descenso de influencia militar fuera de las fronteras británicas en el caso de abandonar la UE. Desde Europa, también se pueden oír muchos argumentos que se decantan por el “unionismo”, como el de Alain Frachon, director editorial de Le Monde, que califica la deriva euroescéptica británica de “fobia a las aspiraciones europeas federales y homogeneizantes de los franceses”, que no se materializarán, según Frachon, si el Reino Unido y otros países no lo aprueban.
Los pronósticos sobre una posible separación de Gran Bretaña y Europa no son claros. Por un lado, los pro-euro defienden que si los ingleses se fueran de la UE perjudicaría la exportación británica y, por lo tanto, su PIB y ocupación descenderían de forma preocupante, aparte de tener más trabas para el tráfico de personas y el comercio internacional y perder influencia política en el mundo occidental.
Por otro lado, los euroescépticos predicen un futuro suculento para los ingleses una vez fuera de la Unión: más facilidades para el comercio internacional gracias a acuerdos bilaterales, un gran aumento de los puestos de trabajo, ahorro de dinero anteriormente destinado a la UE, más influencia política global, más capacidad de control de la inmigración y emigración, y un aumento de la soberanía del pueblo británico.
Sin duda ambos argumentos harán reflexionar a los votantes ingleses que, sumergidos en la crisis económica, pueden llegar a sorprender al mundo con sus futuras decisiones.
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