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jueves, 23 de mayo de 2013


Bielorrusia, el último disparo en Europa

Viaje a la última dictadura del continente, donde todavía se practica la pena de muerte con un disparo en la nuca

Los presos son avisados con dos minutos de antelación y los cadáveres no son devueltos a las familias

Este domingo, la historia al completo en 'El País Semanal'

La pena La pena de de muerte sigue vigente en Europa. Un país exsoviético, Bielorrusia, es el último Estado del continente que todavía practica el asesinato legal de sus ciudadanos. La pena capital se aplica con un disparo en la nuca en el SIZO número 1, la única cárcel en albergar un corredor de la muerte en Bielorrusia. Los presos son avisados con un par de minutos de antelación. Una vez cadáver, el cuerpo del reo se hace desaparecer y no se devuelve a sus familiares. Estos no tienen el derecho a enterrar a sus seres queridos.
En abril de 2011, la explosión de una bomba causó 15 muertos y más de doscientos heridos en el metro de Minsk, en la céntrica estación de Oktyabrskaya. Apenas 24 horas después del atentado, la policía detuvo a dos sospechosos: Dima Konovalov y Vladislav Kovalev. En menos de un año, ambos fueron juzgados, sentenciados a muerte y ejecutados. Tenían 25 años.
El proceso no tuvo las debidas garantías: los abogados solo tuvieron acceso a sus clientes una vez antes del juicio, durante unos minutos y rodeados de policías. El tribunal no aceptó ni una sola protesta de la defensa, por todas las de la acusación. No se aportaron pruebas de los explosivos utilizados en el ataque, ni siquiera un trozo de la bolsa de deportes donde se suponía que estaba la bomba. La sentencia se apoyó en dos patas: un video de mala calidad de una cámara de seguridad donde se ve a un hombre con una mochila, supuestamente el autor del atentado y que según el tribunal sería Dima Konovalov; y la auto inculpación de los dos chicos en las horas posteriores a la detención, que podrían haber sido torturados según las principales asociaciones de derechos humanos. El juicio se desarrolló directamente en el Tribunal Supremo, para evitar la posibilidad de apelación.
El País Semanal ha viajado a Vítebsk, a 300 kilómetros al norte de Minsk, para conocer a Lyubov Kovaleva, madre de Vladislav Kovalev, quien se ha convertido, a la fuerza, en una activista contra la pena de muerte en Bielorrusia. Convencida de la inocencia de su hijo, y aterrada por la brutalidad de las autoridades, dice que quiere “limpiar el nombre de Vlad”. Es una mujer valiente. Vive en la última dictadura del continente, gobernada desde 1994 por Aleksander Lukashenko. Un presidente que denegó, poco antes de las ejecuciones, clemencia para Konovalov y Kovalev.

2 comentarios:

  1. La verdad es que lo de menos es que exista la pena de muerte. El problema, en este caso, es la falta de justicia, la indefensión ante el juzgador. Que se ejecute al culpable es opinable (yo estoy en contra, pero hay opiniones para todos), pero que se ejecuta a un inocente, o a alguien que pudiera serlo, es una muestra de desprecio hacia la humanidad.

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  2. Estimado amigo Daniel,
    sinceramente, te diré estoy en contra de la pena de muerte como pago de tu condena, si bien es cierto en este caso lo que esta ocurriendo en Bielorrusia el único país de Europa que todavía aplica la pena de muerte. La cual, se exponen a ella los hombres de entre 18 y 65 años. País excluido del Consejo de Europa debido a las sistemáticas y constantes violaciones de los derechos humanos. Estoy contigo Daniel, en recalcar tus últimas palabras desprecio hacia la humanidad, y lo más cruel estimado amigo es que después de sentenciar y ejecutar, vilmente su condena sin pruebas que puedan servir en su favor al reo, es asesinado a sangre fría con un disparo en la nuca y lo que peor se puede llevar y más para una madre estremecedor que ni tan siquiera,le sea entregado el cuerpo sin vida de un hijo.. cómo podemos tipificar este acto es totalmente despiadado y sin sentido..

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