Cómo se vive en Argentina cuando los precios suben un 23% cada año
Las subidas salariales comienzan a ser insuficientes para hacer frente a la inflación
Muchos de los que observan España desde el extranjero se preguntan cómo hace este país para vivir con una tasa de paro que supera el 25%.
La pregunta habitual de los que miran hacia Argentina es otra: cómo es
posible que se viva con un 23,1% de inflación anual, según las
estadísticas provinciales. Y también, cómo es posible que pese a ello,
la presidenta Cristina Fernández de Kirchner haya obtenido el año pasado
el 54% de los votos. Los pactos de subidas salariales logradas por los
sindicatos, la revalorización de las pensiones y los peregrinajes por
las tiendas para comparar precios permiten a muchos ciudadanos lidiar
con la inflación. Sin embargo, parte de la sociedad encadena ya una
pérdida de poder adquisitivo que hace mella en su vida.
El Gobierno, alcaldes y la Iglesia consideran que detrás de los actos
de vandalismo para saquear tiendas hay una organización política. Pero
la continua subida de precios también sirvió probablemente para prender
la mecha de los saqueos la semana pasada en 40 ciudades de Argentina, que se saldaron con tres muertos, más de 500 arrestados y 292 supermercados y otros comercios robados.
La situación de los argentinos ha mejorado de manera radical con
respecto a la crisis argentina de entre 2001 y 2002. La pobreza bajó del
57% en 2002 al 22% en 2011, según la Universidad Católica Argentina
(UCA). Agustín Salvia, investigador de la UCA, es pesimista en el
balance de 2012. “La pobreza y la indigencia han aumentado porque hay
inflación y, si bien es cierto que la asignación universal por hijo
[ayuda a los parados con hijos menores de 18 años] aumentó al mismo
ritmo, no va a compensar la caída del mercado de trabajo”, comenta. El
desempleo ha subido del 7,2% en el tercer trimestre de 2011 al 7,6% en
el mismo periodo de 2012.
Hasta 2011, la pobreza descendía pese a la inflación, que supera el
10% anual desde 2007, porque los ingresos se elevaban más que los
precios. Así la inflación se hacía tolerable. El fuerte poder de los
sindicatos, impulsado por los Kirchner, permitió que en las
negociaciones colectivas los trabajadores consiguieran pactar aumentos
por encima del IPC. Pero este año la media de ascensos para los sueldos
(del 24%) camina muy cerca de la subida de la inflación. Maestros o
funcionarios comienzan a ver cómo flaquea su poder adquisitivo. Y aunque
las ayudas por hijos y las pensiones también le ganan todavía a la
inflación, cada vez se quedan más rezagados los asalariados que están
fuera de los convenios y los trabajadores irregulares, el 35% del total.
“En Argentina, el alto nivel de desempleo y pobreza hicieron tanto
estrago en la conciencia colectiva en 2001 y 2002 que la gente prefiere
tener inflación, si hay bajo desempleo y mejor distribución del
ingreso”, señala Diego Coatz, economista de la Sociedad Internacional
para el Desarrollo Capítulo Buenos Aires (SIDbaires). Añade que hay 2,6
millones de personas que han accedido a las pensiones pese a carecer de
las contribuciones suficientes, gracias a un plan de facilidades que han
creado los Kirchner.
Vivir sorteando los precios
Bibiana Tonnelier, de 46 años, vecina de Buenos Aires, profesora de
español para extranjeros y militante kirchnerista, dice que ella ha
logrado mantener su poder de compra. “Hay que hacer el trabajo extra de
buscar buenos precios, porque el mismo producto en la misma cadena de
supermercados cuesta un 30% más en uno u otro barrio. Comparo los
precios que se publican en la página web de la Secretaría de Comercio
Interior (la que dirige el polémico Guillermo Moreno) y compro con
tarjeta los días de la semana que te hacen descuentos del 10% o 20%”,
explica. Tonnelier acaba de adquirir un ordenador con tarjeta en 20
cuotas y sin interés.
Sin embargo, otra argentina llamada Viviana, de 42 años, se muestra
más combativa ante esta situación. Participó el miércoles pasado en la
manifestación del sindicalismo opositor en la plaza de Mayo. “Me
aumentan el salario, pero sigo en las mismas: no me alcanza para los
alimentos de cada día ni para los gastos de mis dos hijos en el
colegio”, asegura esta trabajadora, que limpia las calles del municipio
de Tres de Febrero, en la periferia de Buenos Aires.
Cuando el salario llega en euros
Los españoles afincados en Buenos Aires también han tenido que
adaptarse a vivir con inflación. Algunos extranjeros con euros acuden al
mercado de cambio ilegal y consiguen 8 pesos por euro, en lugar de los
6,38 pesos que se consiguen en los pagos con tarjeta.
El madrileño I. A., de 32 años, planea irse de Argentina, tras haber
llegado en 2010, porque los ingresos no aumentan tanto como los precios.
“La estoy pasando mal. Trabajo en geriátricos y me pagan lo mismo que
en 2011. He empezado este año a dar clases de piano y canto, pero no
puedo subir la tarifa como la inflación porque no vendría nadie”,
confiesa
El catalán Jorge Roig, de 35 años, gestiona el hotel Pulitzer, de
cuatro estrellas y propiedad de su padre en Buenos Aires. “Mis empleados
no creo que sufran por la inflación, porque este año recibieron un
aumento salarial del 25%. Pero yo tengo mi sueldo en euros y no tengo
correcciones semejantes”, cuenta. “La inflación me ha afectado muchísimo
porque no puedo subir la tarifa del hotel un 25% anual. Si esto sigue
así, dentro de un año tendré que empezar a hacer ajustes de plantilla”,
reconoce Jorge.
El Gobierno de Fernández ha comenzado a dialogar con empresarios y
sindicalistas afines para sellar en 2013 un acuerdo de precios y
salarios que limite las alzas al 20%. El problema será pactar con las
tres de las cinco centrales sindicales que están en la oposición.
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