La Universidad ha perdido 10.000 alumnos con derecho a una ayuda pese a que las peticiones se han incrementado en 30.000. Los requisitos académicos se han endurecido y dejan sin apoyo a los más humildes
La Universidad ha perdido este curso cerca de 10.000 alumnos con beca y eso a pesar de que han solicitado esta ayuda 30.000 estudiantes más que el curso anterior. El empobrecimiento de las familias tras varios años de crisis les hace merecedores de una de estas becas, pero los requisitos académicos para obtenerlas se han endurecido. Ya no basta un 5, sino un 5,5 de nota media el primer año, para obtener estas ayudas o quedar exento de pagar la matrícula; además, para mantenerlas el resto de los cursos en la mayoría de las titulaciones hay que aprobar el 90% de las asignaturas en lugar del 80% anterior —en carreras técnicas esto se rebaja un poco—. Estas son las causas principales de que se hayan denegado 40.000 solicitudes más que el año anterior. Así se desprende del conteo efectuado por el EL PAÍS entre las universidades públicas españolas —salvo la de Extremadura, Navarra y la Politécnica de Cartagena, que no han ofrecido datos—.
Ya ningún campus supera la barrera del 60% de becas concedidas, algo que ocurría el curso pasado en una quincena. El 23% de los universitarios españoles cuenta con alguna ayuda para sus estudios, frente al 30% de media en la OCDE. El presupuesto para becas universitarias en este curso que acaba de terminar era de 1.078 millones.
Gerard acaba de finalizar el primer curso de Historia en la Universidad de Barcelona (UB). Solicitó la beca del ministerio porque no podía pagar los 1.600 euros de la matrícula. En casa son cuatro y tanto su padre como la pareja de este trabajan, aunque con sueldos recortados y con pensiones que pasan a sus exparejas respectivas. “La situación en casa es complicada por temas familiares. Económicamente vamos justos”, explica Gerard. El ministerio le ha denegado la beca por motivos académicos. Su nota de acceso a la Universidad no llegaba al 5,5. Siguió estudiando gracias a las becas de la Generalitat (le costean el 50% de la matrícula), pero el resto no lo ha podido pagar y acabó expulsado de la UB. Después de una protesta de los estudiantes de este campus, el rectorado cedió y decidió prorrogar el plazo de pago a los estudiantes con dificultades y readmitió a los expulsados.
Como Gerard, hay unos 30.000 estudiantes en toda España que se han quedado este curso con un pie fuera de la Universidad. Muchos de ellos —según los testimonios recogidos por este diario a lo largo de los últimos meses—, debido al endurecimiento de los requisitos académicos. Y así lo han confirmado los datos facilitados por las propias universidades. En la de Las Palmas se han denegado el 60% de las becas por este motivo, cuando el año pasado eso ocurrió solo en un 48% de los casos; la misma tendencia ha registrado la Autónoma de Barcelona, que ha pasado del 29% al 42% de solicitudes rechazadas; y la Complutense de Madrid (la universidad presencial más grande de España), donde se han quedado fuera un 45% de los que han pedido ayuda, frente al 28% del curso anterior; o en la Miguel Hernández de Alicante, que han pasado del 33% al 57%.
Cada vez más familias pueden acceder a una de estas ayudas porque se han empobrecido con la crisis, por tanto, si no se hubieran puesto otros límites el presupuesto para becas que hubiera tenido que destinar el Gobierno se habría disparado.
Las becas salario y las de residencia son las más nutridas económicamente y las dirigidas a las familias más humildes. Y el ministerio no puede negarlas, a menos que modifique los umbrales económicos exigidos. O impusiera otros requisitos, que han sido los académicos.
Para tener una beca-salario o de residencia, las más cuantiosas (el 73% del gasto en ayudas) hay que tener el próximo año un 6,5 de media a la entrada a la carrera y aprobar todo o mantener ese 6,5. La matrícula en la universidad es gratuita el primer curso si se tiene una media de 5,5 y se cumplen los requisitos económicos. Se mantiene esa exención de pago si se conserva el 5,5. La gratuidad de tasas supone el 23% del gasto en becas. El Gobierno ha dado marcha atrás a su intención de subir a 6,5 este umbral académico. Para no pagar la matrícula, una familia de cuatro miembros no puede tener una renta mayor de 38.500 euros anuales. Para obtener las becas más cuantiosas, ese mismo hogar no podría superar los 14.000 euros. Con la reforma existirá una beca fija reducida (un máximo de 1.500 euros para quienes tienen menos recursos) y el resto del presupuesto se repartirá entre los becarios aplicando una fórmula en función de la nota media del alumno, del resto de becados, y del presupuesto disponible. El mínimo de ese monto variable será al menos de 60 euros.
Las universidades son especialmente críticas con la subida del listón de lascalificaciones hasta el 5,5 para obtener una beca, que es precisamente la modificación que dejó a Gerard sin la ayuda. “Es un acto de discriminación porque el 5,5 solo se le exige a los alumnos con rentas más bajas”, espeta Fernando Zulaica, vicerrector de Estudiantes de la Universidad de Zaragoza. “Las becas deben ser un instrumento de compensación social a aquellas personas con menos recursos y deben servir para mantener la igualdad de oportunidades en el acceso a la Universidad”, añade. Este vicerrector recuerda que el sistema de becas “ya tenía un mecanismo de exigencia académica. Para mantener la ayuda, los alumnos debían aprobar gran parte de los créditos”. En la universidad aragonesa se han perdido 258 becas.
“Es una injusticia increíble. La posición de salida no es la misma para ricos y pobres. Si eres rico puedes entrar con un 5, pero si eres pobre se te pide un 5,5”, agrega Sílvia Carrasco, vicerrectora de estudiantes de la Autónoma de Barcelona. Este campus, al que van a estudiar muchas familias trabajadoras de municipios del contorno metropolitano ha notado con especial dureza la limitación de las becas. Este curso las solicitudes han aumentado un 12%, pero las denegaciones se han disparado un 27%. Más llamativo es el dato de las becas rechazadas por motivos académicos: han aumentado un 87% respecto el año anterior. El campus de Bellaterra ha sido uno de los pioneros en España en poner en marcha fondos de ayuda social para evitar la sangría de estudiantes que sin beca no pueden pagarse los estudios y se ven obligados a colgar los libros. Decenas de universidades han tomado medidas similares.
Los campus han vivido este año un aluvión de peticiones de becas, especialmente notorio en aquellas comunidades autónomas donde la subida de precios de las matrículas —un 16% de media en toda España— ha sido más duro, como Cataluña (hasta un 67% más caro, aunque modulado según la renta familiar) o Madrid (un 38% más). Concretamente, este curso se han recibido 570.900 solicitudes de becas, 29.400 más que el año anterior, siempre siguiendo el recuento de este periódico. De estas se han concedido algo más de la mitad de ellas (53,8%), casi cinco puntos menos (58,6%) que el curso pasado. El ministerio anunció en 2012 la subida al 6,5 de media —para aplicarse el próximo curso— pero la polémica política y mediática ha frenado en parte esa pretensión.
En España se benefician de ayudas al estudio un 23% de los alumnos universitarios mientras que en la OCDE alcanza el 30%. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el salario anual más frecuente en España en 2011 fue de 15.500 euros. “En Alemania la matrícula era gratuita en todos los landers salvo tres y ahora también lo es. Se han dado cuenta de que, para salir de la crisis, hay que invertir en los alumnos”, sostiene Julio Serrano, responsable de Universidades e Investigación de Comisiones Obreras. “Aquí, al revés, lo que intentan es financiar las universidades encareciendo las tasas y lo que se va a conseguir no es recaudar más sino que los estudiantes abandonen las aulas”, añade Serrano
Ezequiel Valentín, vicesecretario de la Comisión Permanente del Consejo de Estudiantes Universitario del Estado (CEUNE) es uno de los 263.750 alumnos que este año no ha podido acceder a una beca. Este estudiante de Ingeniería Electrónica en la Universidad de Extremadura disfrutaba, hasta el año pasado, de una ayuda de movilidad de 3.000 euros por estudiar a un centenar de kilómetros de su casa. Este año perdió la ayuda por no aprobar siete de las diez asignaturas. Le faltó una. “Era el representante de los alumnos de la Universidad y eso me lleva mucho tiempo. Deberían tenerlo en cuenta”, se explica. Valentín considera que el próximo curso “no solo se van a dar menos becas sino de menor cuantía, porque de no ser así habrían explicado ya las condiciones de la parte variable de la ayuda”, una de las últimas reformas anunciadas por el ministro José Ignacio Wert.
Para conseguir las ayudas más cuantiosas —las becas salario y las de movilidad—, las familias de cuatro miembros tienen que vivir con menos de 11.143 euros anuales para que el estudiante obtenga la beca. Mientras que para no pagar la matrícula universitaria, el máximo que puede ganar al año un hogar de cuatro miembros son 38.000 euros. Varias autonomías como Cataluña o la Comunidad Valenciana han anunciado que no volverán a subir las matrículas de grado, pero se desconoce qué harán el resto. Los rectores madrileños temen que en sus campus suban un 20%, que se sumaría al incremento de un 38% de media el año pasado. A pesar de la tendencia menguante de las becas en la mayoría de comunidades autónomas, hay algunos casos que rompen el molde, como Madrid, Cataluña y Valencia donde este año han aumentado las ayudas. Aunque todavía no se han cerrado todas las resoluciones, en la comunidad catalana se han otorgado 1.360 más este curso (un 4% más), aunque había 4.000 solicitudes más. Esto se ha notado también en la dotación que el ministerio ha destinado en becas a Cataluña, que ha pasado de los 85 millones del año pasado a los 89 millones en el actual. De los siete campus públicos catalanes destaca la Autónoma, que de 6,5 millones en becas dados el año pasado ha subido hasta cerca de 11 millones.
La Comunidad de Madrid, con seis universidades públicas, ha vivido una tendencia similar. Ha finalizado el curso con 3.000 becarios más, aunque había 9.000 solicitantes más. Los campus de Baleares (115) Jaume I (159) y Valencia (716) también han subido. Mientras que Almería, León y Cádiz repiten las cifras del año pasado. Por regiones, Andalucía ha perdido 2.300 becas, Castilla y León 1.227, Canarias 1.021, Castilla-La Mancha, Galicia y Cantabria unos 600 en cada uno, Asturias 406 o La Rioja 56.
“No es que nuestros estudiantes sean más listos. Ha bajado la renta media. No nos imaginábamos que iba a haber 1.000 beneficiarios de becas más”, cuenta Ángela Barrios, vicerrectora de estudiantes de la Autónoma de Madrid. Además han tenido que aumentar a 500.000 euros su fondo social para ayudar a 291 estudiantes con situaciones negativas sobrevenidas sobre el curso. A pesar de que la crisis se va enquistando y castiga cada vez a más hogares y de forma más profunda, todo hace intuir que el año que viene tampoco será generoso en becas. El ministro Wert ha planeado una reforma de calado del sistema de becas, ya que la fuerte oposición de las universidades y las comunidades llevó a Wert a suavizar los cambios. “Las becas se han acomodado al sentido común, pero no son limosnas”, dijo el titular de Educación hace unos días.
En las antípodas de esta posición, el vicerrector de estudiantes de la Universidad de Zaragoza reprocha al ministro que legisle sin pensar en las consecuencias, que este año ha supuesto que los campus tengan que salir al rescate de miles de estudiantes sin recursos. “Las universidades estamos haciendo de salvavidas. El ministerio pone las normas, pero quienes estamos en la primera línea de fuego somos las universidades. Nosotros recibimos los golpes y las quejas”, espeta. La vicerrectora Carrasco pide un “sistema justo para todos, que no cree agravios comparativos por motivos económicos y acabe con las diferencias entre ricos y pobres”.
Con información de Juan Manuel Játiva.
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