El movimiento Okupa: Robin Hood vs. Neoliberalismo
La okupación o squatting es un movimiento de personas, generalmente jóvenes, que se apropia de las viviendas abandonadas como protesta ante los elevados precios de los pisos, la falta de oportunidades laborales y la crisis económica, y que cuestiona el modelo político y económico neoliberal. Existen muchas ideas preconcebidas acerca del movimiento okupa, que por lo general es visto por diversos sectores de la sociedad como colectivos peligrosos, violentos y/o que actúan al margen de la ley. En este artículo nos proponemos escudriñar el movimiento, su naturaleza y sus propuestas, para tratar de averiguar si esta imagen corresponde o no a la realidad.
Los orígenes del movimiento
Desde la época medieval y mucho antes, se habla de la toma o recuperación de viviendas abandonadas. Sin embargo, es a partir de las décadas de los 60 y 70 que esta práctica se estructura como un movimiento de tipo ideológico-político, que se enfrenta a la estructura dominante.
Este movimiento tiene sus orígenes en Inglaterra, desde donde se extiende a Holanda –Crakers–, Alemania –Besetzers–, Dinamarca, Francia, Italia, Bélgica, España y por toda Europa y Norteamérica, y en menor medida en otras partes del continente americano.
Uno de los ejemplos más conocidos lo encontramos en Dinamarca en la década de los 70. Fue en este país donde el movimiento okupa se apropió de un extenso terreno militar abandonado, en pleno centro de la ciudad, que a partir de ese momento fue conocido mundialmente como Christiania, y que desde entonces hasta hoy funciona como una comunidad independiente con un estatus semilegal.
Por lo general, los lugares okupados intentan ser alternativas culturales y sociales, donde se realizan talleres artísticos de pintura, danza, teatro, circo, manualidades, foros, debates, conciertos y comedores comunitarios; donde las labores diarias se realizan en comunidad, empezando por la adecuación del inmueble abandonado, su restauración, así como la educación de los menores y las tareas del hogar. En Barcelona, en el año 2006 había cerca de 300 inmuebles okupados.
El movimiento Okupa bajo el amparo de los derechos fundamentales
El movimiento okupa se desenvuelve bajo dos principios básicos: el derecho a la vivienda y los derechos de participación ciudadana y libertad de expresión. Estos derechos forman parte de las garantías personales que deben brindar los estados modernos y las sociedades preocupadas por las personas.
Habitar casas abandonadas como ejercicio del derecho a la vivienda
El derecho a la vivienda se encuentra protegido internacionalmente en la Carta Social Europea; la Carta Comunitaria de Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 1989; la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea aprobada en Niza en 2000; la Carta de la Organización de los Estados Americanos; la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y la Carta Africana sobre los Derechos Humanos y de los Pueblos.
En estos instrumentos se señala que los estados se deben comprometer a adoptar medidas destinadas a favorecer el acceso a la vivienda, prevenir y paliar la situación de carencia de hogar y hacer asequible el precio de las viviendas a las personas que no dispongan de recursos suficientes.
Sin embargo, los Estados neoliberales no sólo no cumplen con las anteriores recomendaciones, sino que además han dejado los temas relativos a la vivienda en manos privadas. Más concretamente, en manos de la banca, que sólo busca el mayor beneficio, y especula con la tierra y los inmuebles, marginando a una gran cantidad de la población del disfrute de este derecho.
Por su parte, el movimiento okupa trata de llenar el vacío que deja el estado en este ámbito, bajo la premisa de que la propiedad debe estar al servicio de la sociedad.
Derechos fundamentales de participación ciudadana y libre expresión: en el ojo del huracán
Pero más allá de reivindicar el derecho a la vivienda, el movimiento okupa también reivindica y se ampara en los derechos fundamentales de participación ciudadana y de libre expresión. Éstos son entendidos como la participación directa en los asuntos que nos incumben como sociedad y la libertad de expresar y difundir el pensamiento, opiniones, informaciones e ideas, sin límites y mediante cualquier medio de expresión.
A pesar de encontrarse amparado por normativa internacional y nacional propia de los estados democráticos, el movimiento okupa es generalmente reprimido. Esta represión se debe, en mi opinión, al cuestionamiento y crítica que el movimiento okupa hace del estado neoliberal y del sistema bancario. Como respuesta, el estado trata de distorsionar su imagen, demonizando el movimiento okupa, al que habitualmente tilda de movimiento de vagos y violentos, deformando sus fines y sus actuaciones con la finalidad de acabar con él.
Alternativas al sistema establecido
Los okupas proponen un espacio alternativo al conjunto de normas preestablecidas por el sistema neoliberal. Lugares contrarios a la dominación social jerarquizada que se impone como patrón social de comportamiento, combatiéndola con principios anti comerciales y una participación horizontal. El movimiento ha ido evolucionando, y ha trascendido la simple okupación de la vivienda, reclamando una denuncia más amplia del modelo económico capitalista, a través de la participación ciudadana y la movilización social.
Asimismo, el movimiento okupa apuesta por la democracia directa como método de toma de decisiones, que posibilita la participación de todos y el debate colectivo, como en la antigua Grecia, en contraposición a la democracia representativa. El movimiento también cuestiona la cultura dominante, en lo que se refiere a las desigualdades de género, y la existencia individualista frente a la colectiva.
El movimiento okupa forma parte del movimiento anti-globalización, que junto con muchos otros colectivos reivindican la ineficacia e injusticia del sistema económico y político actual. En este sentido, es necesario desestigmatizar el movimiento, que pese a la imagen negativa que se intenta dar de él, no es más que un Robín Hood moderno, que defiende la existencia de que un sistema alternativo y más justo
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