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miércoles, 11 de julio de 2012

EL hombre al que todos temen en RUSIA...
Y sobre este reportaje tan ilustrativo sobre la personalidad de PUTIN saco lo ss. "Para EE UU, Francia, Reino Unido y Alemania, con excepción de Rusia y China, el desarrollo atómico que adelanta Mahmud Ahmadinejad es inadmisible.!
Vladimir Putin todopoderoso
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Ante los ojos de todos, el sistema de relaciones internacionales ha cambiado de manera vertiginosa. El nuevo pulso de fuerzas es ahora una batalla diplomática con cada vez más actores. Y Vladimir Putin, una especie moderna de los zares rusos, se ha colocado en la línea delantera del rediseñado tablero geopolítico mundial.
Con 12 años en el poder, ya sea como presidente o como primer ministro, siempre fiel a su propia receta, ningún otro líder ha permanecido tanto tiempo al frente de Rusia como él. Al final de su actual tercer mandato, extendido a seis años posterior a una reforma constitucional, el hombre fuerte del gigante euroasiático sumará 18 años en el Kremlin.
Putin ha transformado su país en una potencia económica emergente. Sin una Rusia que pise fuerte, la tierra de las matrioskas no puede codearse con los pesos pesados. Él sabe muy bien que en la guerra de poderes e intereses no hay espacio para los peces pequeños.
Por eso su principal arma ha sido la riqueza energética, tan gigante como la propia Rusia, el territorio, por largo, más grande del mundo, con 17.085.400 km2. El país que dirige Putin es el mayor productor de petróleo del mundo, con 10,14 millones de barriles al día. Es también el mayor productor de gas natural, con 22,5% de participación en el mercado global. Posee, además, la segunda reserva de carbón y grandes cantidades de uranio.
El hijo único de un inválido de guerra condecorado por su accionar en la defensa de Leningrado contra el Ejército alemán, durante la Segunda Guerra Mundial, es un defensor de la multipolaridad, de una ONU con un papel más relevante y un adversario acérrimo de la expansión de la Otan.
El conflicto sirio es un ejemplo del poder de Putin. Si el país árabe no ha tenido un desenlace parecido al de Libia, donde Muamar Kadhafi fue expulsado del poder con ayuda extranjera (2011), es porque el Mandatario ruso no lo ha permitido.
En este y otros temas el exespía de la KGB, la temida policía secreta de la Unión Soviética, se ha ganado un puesto entre los actores que pueden inclinar la balanza hacia un lado o hacia el otro.
Putin ha demostrado tener nervios de acero. Por algo fue durante 16 años espía en la Alemania Oriental. A él no le tiembla el pulso para parársele al frente a Occidente, especialmente a los estadounidenses. Así lo hizo con el escudo antimisiles de Europa, o cuando en agosto de 2011 acusó a Estados Unidos de ser “un parásito de la economía”. “El país (EE UU) vive endeudado. No vive acorde a sus medios y traslada parte de la carga de sus problemas a toda la economía mundial”, señaló.
Así, una relación mutua de colaboración y desconfianza han marcado las relaciones entre Washington y Moscú durante la era Putin.
Con este contexto, el Presidente se prepara para recibir, en la capital rusa, el próximo 18 y 19 de junio, a los 5+1 e Irán para reestablecer las negociaciones alrededor del polémico programa nuclear del país islámico. Para EE UU, Francia, Reino Unido y Alemania, con excepción de Rusia y China, el desarrollo atómico que adelanta Mahmud Ahmadinejad es inadmisible.
En la capital rusa se espera un choque de posiciones. Por un lado, las potencias occidentales intentarán frenar o minimizar el programa atómico iraní. Temen que Teherán termine produciendo una bomba atómica. Del otro lado de la acera, Rusia y China respaldarán a Ahmadinejad.
“No aceptamos sanciones más severas contra Teherán y defendemos el derecho de Irán de desarrollar energía nuclear con fines pacíficos”, aseguró Putin el jueves 7 de junio, a propósito de una reunión de la Organización de Cooperación de Shangai. “Siempre hemos apoyado el derecho del pueblo iraní a las tecnologías modernas”, reiteró en Mandatario.
Calculador, de mirada penetrante y de humor sarcástico, Putin se opone, sin embargo, al igual que su par chino, a que Irán produzca un arma nuclear.
El politólogo español especialista en relaciones internacionales, Alberto Cruz, cree que “Rusia y China tienen intereses económicos en Irán y no secundan las sanciones al margen de las decididas por la ONU, en 2010. Esto le da un respiro a los iraníes”, explica a PANORAMA.
“Hay acuerdos entre estos tres países para comerciar en sus propias monedas, lo que debilita no sólo al euro, sino al dólar y empuja cada vez un poco más a Occidente fuera del lugar que tenía hasta ahora”, agrega el autor de, entre otros libros, La violencia política en la India. Más allá del mito de Gandhi.
De no haber avance en las negociaciones, un embargo petrolero se activará sobre Teherán desde el primero de julio próximo. Estados Unidos y sus aliados exigen a Irán que disminuya el enriquecimiento de uranio de un 20% y lo lleve hasta un 5%, lejos de la posibilidad de desarrollar un arma atómica.
Putin y el primer ministro chino, Wen Jiabao, reiteraron hace 7 días, en Beijing, su oposición al uso de la fuerza contra Irán y Siria. Ambos afirmaron que bloquearán desde el Consejo de Seguridad de la ONU cualquier texto que busque allanar el camino para el uso de la violencia.
“Rusia es uno de los pocos países que no está atado por las alianzas, por lo que puede mantener sus manos libres. Putin se adhiere a los principios de la política real sobre la base de un equilibrio de poder”, dice a este rotativo, desde Moscú, Fyodor Lukyanov, director de la revista Rusia en los asuntos globales.
Washington y Francia han tratado además de convencer a Putin para que permita la salida del presidente sirio Bashar al Asad, como sucedió en Yemen. Incluso, la activa diplomacia norteamericana le ha propuesto asegurar los intereses rusos en Siria posterior a la caída de Asad. Pero Putin sigue firme, se niega y mantiene a raya la intervención extranjera. Advierte que una salida de Asad se traduciría en una guerra civil.
“Rusia es cada vez más un contrapoder evidente a los intereses occidentales. Hoy, ya no es correcto hablar de comunidad internacional (...), sino de una comunidad multinacional”, señala Cruz.

De esta manera, sin la revitalizada Rusia de Putin, la multipolaridad de hoy no tendría la misma cara.
El internacionalista venezolano, Raymundo Kabchi, destaca que Rusia intenta que “el Medio Oriente ejerza un papel preponderante en la edificación del nuevo orden global”.
Para Kabchi, Moscú juega hoy un doble papel. “Primero, por estrechar los lazos con China debido al escudo antimisiles que Estados Unidos levanta en Europa y que aleja a Rusia del viejo continente. Ante esta iniciativa, a Putin no le ha quedado otra alternativa que mirar hacia Beijing. Segundo, despliega influencia a partir de la importancia energética rusa: La tercera parte del petróleo y gas que consume Europa proviene de Rusia”.
Como primer ministro, Putin no apoyó la intervención militar contra Libia. Comparó el operativo de la Otan con las cruzadas medievales. Dmitri Medvedev, entonces presidente ruso y su delfín político, le respondió: “No podemos aceptar el uso de expresiones que provoquen un enfrentamiento de civilizaciones, tales como cruzadas u otras”.

Putin, un viajero que se ha paseado por los cinco continentes para dinamizar la multipolaridad, se ha acercado estratégicamente también a Latinoamérica. Archiconocida es su estrecha relación con el Presidente venezolano.
Quienes lo rodean saben que es un abstemio a carta cabal. Ni siquiera en un brindis oficial toma una gota de alcohol.
El Mandatario ruso ha utilizado el bisturí y el bótox para conservar su piel lozana, a pesar de sus 59 años.
Sus detractores lo acusan de minar las libertades democráticas, violar los derechos humanos y de perseguir a los periodistas y opositores más críticos. Igualmente, lo responsabilizan del auge de la corrupción y permitir que sus amigos de San Petersburgo, donde nació, se enriquezcan.
En contraste, las críticas no erosionan su popularidad. Hace tres meses fue reelegido con casi un 64% de los votos. Las acusaciones de fraude y ventajismo no faltaron, pero en el fondo nadie duda de su triunfo. Hasta ahora, ningún oponente le hace mayor sombra.
Para Putin no todo es oposición a Occidente. Su pragmatismo se ha hecho sentir con su apoyo a la invasión a Afganistán y sus esfuerzos para contener las aspiraciones atómicas de Norcorea.
Desde el 2000, cuando ganó su primera elección, el proceso ruso, con sus defectos incluidos, es estudiado en las universidades del mundo.
En aquella oportunidad, los votantes se decantaron por un líder enérgico, coherente, firme y relativamente joven que parara en seco la anarquía imperante.
Antes que comenzara el siglo XXI, Rusia estaba sumergido en la bancarrota económica, en la pobreza y el caos sociopolítico. Hoy es miembro del grupo Brics, el puñado de economías emergentes que complementan Brasil, India, China y Sudáfrica.
Junto con el dragón rojo, es miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU y lidera la Organización de Cooperación de Shangai. En ambos organismos, sirve de contrapeso a Occidente.
“Hay unos pocos estadistas en el mundo cuyos nombres se han convertido en una marca, y Vladimir Putin es sin duda uno de ellos”, describió Lukyanov sobre el alcance del “putinismo”.

En 2011, el todopoderoso Mandatario que domina a la perfección el inglés y el alemán, obtuvo el segundo lugar entre las personas más influyentes del planeta, detrás del norteamericano Barack Obama, en el ranking de la revista Forbes. La también revista Time lo nombró, en 2007, Personaje del Año por su labor en la transformación de Rusia.
Putin, de origen humilde, casado con dos hijos, ha tenido una carrera política meteórica. Su experiencia en la KGB le valió para que el expresidente Boris Yeltsin lo colocara a cargo del Servicio Federal de Seguridad. Antes, fue jefe del comité de relaciones exteriores del ayuntamiento de Leningrado.
La continuidad ha sido clave para la consolidación del “putinismo”. Luego de ser reelegido en 2004 para un segundo período, Putin lanzó en 2008 a Dmitri Medvedev, entonces su viceprimer ministro, a la carrera presidencial. El también expresidente de Gasprom ganó con más de un 70% de los votos y Putin ejerció de primer ministro.
Con este enroque al estilo de los maestros más destacados del ajedrez ruso, el abogado logró mantenerse en el poder detrás del poder. En marzo pasado, Putin volvió a ganar las presidenciales y el enroque político volvió a funcionar.
A la par de reestablecer la estabilidad interna de su país ha fortalecido el músculo económico. La riqueza combinada de minerales, petróleo y gas más grande del mundo ha sido su principal arma de influencia, ante una Europa sumergida en la crisis y dependiente de la energía que no contiene en su suelo.
“Rusia no es solo el vecino más grande, sino uno de los socios económicos más importantes para la Unión Europea”, destacó recientemente el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao.
Megaproyectos como oleoductos y gasoductos están en la agenda de la palanca rusa. Entre los planes, el Gobierno de Moscú estima suministrar a China 68.000 millones de metros cúbicos de gas al año, en 3 años. Esta cifra representa casi la mitad de la oferta de la estatal Gazprom a Europa.
El Mandatario ha trabajado para reestablecer también el poderío militar. En mayo, el Ejército ruso probó con éxito un misil de alcance intercontinental. El aparato puede alojar ojivas nucleares y está diseñado para burlar los sistemas de defensa antimisiles de la Otan.
La reestructuración del tablero geopolítico tiene en Putin un protagonista clave. Los pasos de la Rusia de hoy se hacen sentir con fuerza.

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