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sábado, 7 de julio de 2012

Una vez más mirando a mi derredor...veo cerca de la casa de vacaciones una mole que se construyó en primera línea de playa, con todo confort de comodidades y con una elevadísima hipoteca por lo que se rumoreaba por ahí. Bien mi duda el constructor se encauza en tremendo desastre porque los pisos no se venden y más aún no se pueden terminar de construir por falta de material, impago a proveedores y no hay para pagar los materiales por lo tanto el constructor no tiene dinero para seguir PERO QUE PASA CON EL PROPIETARIO DE ESA VIVIENDA IMPAGADA ¿'
Increíble que siga pagando no para una casa en este caso la que pongo de ejemplo habitadas por la fauna felina.... esto es indignante.. ahora sí hay dación en pago ¿?
Bien pongo aquí una serie de reportajes que realmente son espeluznantes...
Saludos,
Gema

http://www.youtube.com/watch?v=kFyzt53OTfg&feature=em-share_video_user


El estallido de la burbuja deja en la provincia 69.177 casas sin habitar

Las urbanizaciones ‘zombies’, algunas  incluso a medio acabar, nutren la costa y el interior, pero sobre todo, el Delta

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Ejecuciones hipotecarias, desahucios a la orden del día, familias en la calle y, en cruel paradoja, una abundancia de viviendas vacías desparramadas por la geografía española y con notable incidencia en nuestras comarcas. Tarragona es la 16ª provincia (del total de 50) con más inmuebles desocupados, otra de las fatales consecuencias de la crisis. Según datos del Instituto Nacional de Estadística aportados por el portal Gartoo, en toda la provincia hay 69.117 viviendas desocupadas, generalmente fruto del stock inmobiliario que se quedó sin vender tras el estallido de la burbuja inmobiliaria y, en parte, de los lanzamientos, que han ido desalojando casas a medida que no se podían asumir hipotecas. Existen, según el cálculo, 86 casas vacías por cada mil habitantes.
Ejemplos hay por toda la demarcación, si bien es cierto que este exceso de casas sin habitar se fundamenta sobre todo en la costa, en promociones diseñadas para la segunda residencia. «En la provincia el 40% de las viviendas es residencial. Pertence a la industria turística y por eso el dato siempre será más alto», explica Manel Niñerola, presidente de la Agrupació Provincial de Promotors Constructors d’Edificis.
Lo que no quita, sin embargo, de que se construyera innecesaria y desproporcionadamente, sobre todo en el Delta del Ebre, en lugares como L’Aldea, Móra, Sant Carles o Amposta, en reclamos como la Costa Daurada o alrededor de poblaciones importantes del norte de la provincia como El Vendrell. Manel Sosa, secretario de la Cambra de la Propietat Urbana, clasifica: «El 80% de esas viviendas son pisos que están por venderse, son sobre todo casas sobrantes en el Ebre, que se construyeron sin existir una demanda real. Existe un grupo pequeño que son pisos que la gente tiene sin habitar. Otro tanto por ciento son las casas anticuadas. La mayoría son edificaciones que se construyeron sin que hubiera una necesidad».
La geografía fantasma
El resultado es una geografía en parte fantasma, que, sin llegar a casos extremos como la desértica Seseña en Toledo o la costa alicantina, ofrece el hormigón sin vida como una postal más de la crisis: urbanizaciones que son un páramo, chalets vacíos o promociones donde apenas vive una familia. «Hace poco en el límite de la provincia, al lado de un campo de golf, me encontré con una urbanización inmensa, cerca del mar y vacía totalmente», explica Esteve Martí, presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona. Él ejemplifica otro fenómeno de reciente cuña: los pisos ‘zombies’, esto es, aquellas promociones que ni siquiera se han terminado de hacer, estructuras huecas paradas en el tiempo. «Hay promociones que están inacabadas y se han quedado con la estructura. Hay alguna promoción en Reus, en La Pobla de Mafumet, siempre hay pueblos en los que se ha quedado algún bloque a medio construir...», sostiene Manel Sosa. «En mucho sitios ha habido crecimiento muy fuerte y en zonas concretas como L’Aldea iban viviendas destinadas a segunda residencia, cerca de poblaciones potentes, con buen litoral, y en algunos casos, como en el Baix Penedés, pensando en la gente de Barcelona», dice Niñerola.
La ‘joya de la corona’
Uno de los ejemplos más flagrantes fue el del Mirador del Ebro, una gran urbanización al lado del río en el término municipal de L’Aldea, pensada inicialmente para un millar de viviendas. Fue impulsada por Martinsa-Fadesa, pero se suspendieron las obras debido a que la empresa presentó concurso de acreedores. Desde 2008 la actividad se suspendió y el espacio quedó convertido en un cementerio de hormigón, un emplazamiento a rebosar de pisos ‘zombies’: esto es, casas deshabitadas y edificios incluso por acabar, como indica Daniel Andreu, alcalde de L’Aldea: «Está todo muy parado. Esperamos noticias de la inmobiliaria para que reinicie las obras de urbanización. Confiemos en que dentro de unas semanas tengamos noticias de ellos y puedan preparar una hoja de ruta, aunque no conviene ser muy optimistas».
De momento, hay 125 viviendas prácticamente acabadas y unas 75 en un 70% de ejecución. Algunos de los pisos están comprometidos y en otros se ha dado incluso alguna señal, pero ninguno está pagado completamente. Lógicamente, el proyecto inicial de 1.000 inmuebles se deberá modificar. «Eso no tendría mucho sentido en estos tiempos. Esperemos que la empresa desarrolle el proyecto al menos de forma parcial», comenta Andreu.
Joan Boronat, gerente de inmobiliaria y agente de la propiedad inmobiliaria, afirma: «Hay edificios enteros en los que no se ha vendido un solo piso. Es un problema sobre todo de la costa. Aquí no tenemos tanto esas urbanizaciones sin nadie que se pueden encontrar en Toledo o Guadalajara. Sí lo hubiera sido, por ejemplo, la Vall de l’Arrabassada, por sus condiciones, pero por suerte no se construyó y se urbanizó antes de que estallara la burbuja».
En la capital, los pisos sin vida están más diversificados, aunque es posible encontrarlos en algunos edificios de Ponent o en bloques de lujo y alto standing en la Via Augusta. Joan da una indicación, un ejemplo gráfico, que es entrar en el portal inmobiliario fotocasa.es y escrutar la oferta provincial: 12.388 viviendas en venta que convierten a Tarragona en puntera en esta faceta. Los números van de los 4.188 inmuebles en el Tarragonès hasta los 2.373 del Baix Penedès. Son sólo cifras, e incluso parciales, pero bien sintómaticas de lo que sucede.
Sin financiación
Con todo este cobijo sobrante, construir es lo insólito. Diego Reyes, presidente de promotores del Tarragonès, habla de un mercado fracturado y un sector hecho añicos. «El mercado se mueve por parámetros muy distanciados de lo que es el coste de realizar una vivienda. Salvo que sea un chollo no se ejecuta compra. Se da una imagen de precio falseando la realidad de los costes y ni siquiera se vende la vivienda de protección oficial».
Salir de ese stock va a ser una tarea ardua: «La mayoría de esas viviendas es de no-necesidad. Hay también alguna estructura ‘zombie’, que no se termina porque se sabe que luego no va a haber compradores». Todos coinciden en que hay cierta demanda, pero no existe financiación. «El problema es que llevamos tres años sin financiación. La demanda existe, pero se deberían hacer políticas de vivienda de tipo social, porque sí hay necesidades en ciertas zonas como Barcelona», define Niñerola. Según la Cambra de Comerç de Barcelona relativos a 2010, Tarragona es la provincia catalana con más pisos nuevos sin vender, un stock que, de momento, el mercado parece incapaz de absorber. 

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