Jorge Videla, 29 años en los juzgados por sus crímenes en la dictadura
Jorge Videla, durante el último juicio. | Afp
Jorge Rafael Videla no mostró emoción alguna, cuando anoche, la jueza María del Carmen Roqueta leyó su sentencia: 50 años de cárcel por ser coautor intelectual
de un sistemático plan para robar a sus madres los bebés nacidos en
cautiverio y entregarlos en adopción a familias afectas al régimen.
Sus gestos eran los de quien asiste a una función en la que a él no le cabe otro papel que el de un simple espectador. Videla ha dicho en varias oportunidades que su conciencia está limpia y que todos sus actos, desde que encabezó el golpe militar de 1976 y mientras ejerció el poder, hasta marzo de 1981, tenían como objetivo salvar a la Argentina del caos en que estaba sumergida.
A sus 87 años, el ex teniente general se mantiene lúcido y en excelente estado físico; en su celda-habitación de campo de Mayo, practica ejercicios aeróbicos y reza tres veces al día.
"Dios me juzgará cuando llegue la hora, y saldré absuelto", suele decir cuando lo llevan a los tribunales de Comodoro Py, donde sería capaz de orientarse a ciegas de tanto que ha recorrido el edificio.
En los últimos 29 años su vida ha sido una peregrinación por las salas de audiencia y por distintos tipos de encarcelamiento.
Dos años después de restablecerse la democracia, en 1983, fue juzgado en el famoso Proceso a las Juntas Militares y declarado culpable de múltiples privaciones ilegales de libertad, secuestros, aplicación de tormentos, reducciones a servidumbre, extorsiones... De hecho, todos los delitos de lesa humanidad que quepa imaginar.
En 1990, el entonces presidente Carlos Menem dictó el indulto a todos los miembros de las juntas militares, –y a los cabecillas del grupo armado de Montoneros-, en el marco de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Pero en 1998, un juzgado federal consideró que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y Videla fue sentenciado a 15 años de prisión, pero en su propio domicilio del barrio de Belgrano.
El 10 de octubre del 2008 perdió el beneficio de cumplir la condena en su apartamento, atiborrado de imágenes religiosas y de retratos que lo muestran en todas las etapas de su carrera militar, pero siempre en la misma pose: rígido y con un semblante estatuario.
En agosto del 2010 y al mes siguiente, el Tribunal Supremo y un juzgado de Córdoba ratificaron todas las sentencias que obraban en su contra, con lo cual pasaría el resto de su vida en la austera celda de Campo de Mayo, donde a veces concede entrevistas que son largos monólogos en los que se expresa con una sinceridad que deja pasmados a quienes las leen.
"Hubo ejecuciones sumarias y se ejerció presión (torturas) sobre los detenidos. No estábamos jugando a los pistoleros; teníamos por rival a varias organizaciones terroristas que se había propuesto reducir a los argentinos a la condición de siervos", dijo al diario 'Perfil'.
Los carcelarios dicen que Jorge Rafael Videla es una persona de trato amable, que jamás levanta la voz ni se queja de nada. Muy cariñoso con sus nietos y con todas las personas que lo van a visitar.
Sus gestos eran los de quien asiste a una función en la que a él no le cabe otro papel que el de un simple espectador. Videla ha dicho en varias oportunidades que su conciencia está limpia y que todos sus actos, desde que encabezó el golpe militar de 1976 y mientras ejerció el poder, hasta marzo de 1981, tenían como objetivo salvar a la Argentina del caos en que estaba sumergida.
A sus 87 años, el ex teniente general se mantiene lúcido y en excelente estado físico; en su celda-habitación de campo de Mayo, practica ejercicios aeróbicos y reza tres veces al día.
"Dios me juzgará cuando llegue la hora, y saldré absuelto", suele decir cuando lo llevan a los tribunales de Comodoro Py, donde sería capaz de orientarse a ciegas de tanto que ha recorrido el edificio.
En los últimos 29 años su vida ha sido una peregrinación por las salas de audiencia y por distintos tipos de encarcelamiento.
Dos años después de restablecerse la democracia, en 1983, fue juzgado en el famoso Proceso a las Juntas Militares y declarado culpable de múltiples privaciones ilegales de libertad, secuestros, aplicación de tormentos, reducciones a servidumbre, extorsiones... De hecho, todos los delitos de lesa humanidad que quepa imaginar.
En 1990, el entonces presidente Carlos Menem dictó el indulto a todos los miembros de las juntas militares, –y a los cabecillas del grupo armado de Montoneros-, en el marco de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida.
Pero en 1998, un juzgado federal consideró que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y Videla fue sentenciado a 15 años de prisión, pero en su propio domicilio del barrio de Belgrano.
El 10 de octubre del 2008 perdió el beneficio de cumplir la condena en su apartamento, atiborrado de imágenes religiosas y de retratos que lo muestran en todas las etapas de su carrera militar, pero siempre en la misma pose: rígido y con un semblante estatuario.
En agosto del 2010 y al mes siguiente, el Tribunal Supremo y un juzgado de Córdoba ratificaron todas las sentencias que obraban en su contra, con lo cual pasaría el resto de su vida en la austera celda de Campo de Mayo, donde a veces concede entrevistas que son largos monólogos en los que se expresa con una sinceridad que deja pasmados a quienes las leen.
"Hubo ejecuciones sumarias y se ejerció presión (torturas) sobre los detenidos. No estábamos jugando a los pistoleros; teníamos por rival a varias organizaciones terroristas que se había propuesto reducir a los argentinos a la condición de siervos", dijo al diario 'Perfil'.
Los carcelarios dicen que Jorge Rafael Videla es una persona de trato amable, que jamás levanta la voz ni se queja de nada. Muy cariñoso con sus nietos y con todas las personas que lo van a visitar.
Garzón cree que la condena a Videla debe ser un "ejemplo para otros países"
ResponderEliminarMadrid, 6 jul - El juez Baltasar Garzón se ha mostrado "contento" por la condena a 50 años de cárcel al exdictador Jorge Rafael Videla por el robo sistemático de bebés durante la dictadura militar argentina (1976-1983) y ha dicho que esta sentencia debe ser considerada "un ejemplo por otros países".
En declaraciones a Efe, en conversación telefónica desde Colombia, Garzón ha manifestado que con la decisión de los tribunales argentinos "se ha hecho justicia" porque, en su opinión, han dictado "una sentencia que reconforta a las víctimas, al Estado de Derecho y, sobre todo, a la justicia".
"Es un ejemplo de que la justicia es independiente, de que se practica con todas las garantías, y una recuperación de su credibilidad", ha subrayado el exmagistrado de la Audiencia Nacional, que ha añadido que es un "ejemplo para otros países".
Con esta sentencia, según ha opinado, se ve cómo "un país está adelantando en el tema de la violación de derechos humanos" porque los hechos por los que han sido condenados demuestran "cómo Videla y otros responsables sometieron a la Argentina a aquella terrible etapa".
"Me alegro de que se haya hecho justicia, pero sobre todo me alegro por las víctimas", ha recalcado Garzon, que ha mencionado que "ayer bastaba con ver la cara de madres y abuelas" que escuchaban la decisión de los tribunales, "ante la postura hierática de quien todavía no asume los crímenes cometidos".
Junto a Videla, primer gobernante de la dictadura, ha sido juzgado y condenado a 15 años de prisión Reynaldo Bignone, último presidente del régimen, además de otros ocho represores a los que se les han impuesto penas de hasta 30 años.
La justicia ha considerado probada "la práctica sistemática y generalizada de sustracción, retención y ocultamiento de niños menores de 10 años", en el contexto de un "plan general de aniquilación" contra parte de la población civil con el argumento de acabar con la "subversión" durante la dictadura militar.
En la Audiencia Nacional Garzón ha investigado los crímenes perpetrados durante la dictadura argentina y procesó al militar Adolfo Scilingo, que fue condenado en España por delitos de lesa humanidad y detención ilegal. EFE
Los políticos y entre ellos los dictadores, para ganar el poder y luego que lo pierden, al ser procesados y condenados, siempre invocan a Dios, para victimarse ante los acusadores y para "purificarse" en conciencia, aunque no crean en Dios ni sus santos.
ResponderEliminarTambién suelen tener dos personalidades, una para el Pueblo, que es de represor, dictador, violador de derechos humanos, otra para la casa, donde son padres, abuelos, cariñosos, esposo ejemplar, esta última careta, la prensa servil al momento del poder, la resalta, para oponerla a sus acusadores, que en algunos casos como en el Argentina, los desaparecían, las crónicas relatan, que muchos opositores, eran llevados en los aviones y los arrojaban al mar. Diría ante la Historia y para que le quede claro a todos los dictadores y seudos poderosos económicos: QUE EL PUEBLO UNIDO JAMAS SERA VENCIDO; ASÍ FUERA Y SERA POR SIEMPRE POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, VENCEREMOS.