La explotación de un parque nacional reúne apoyos en la Amazonía ecuatoriana
La comunidad Waroani acepta la propuesta del Gobierno a cambio de recibir apoyo para mantener sus tierras ancestrales
La comunidad indígena Waorani, asentada en el Parque Nacional Yasuní (al este de Ecuador), aprobó este martes la explotación de dos campos petroleros (los números 31 y 43) que están dentro de la reserva. La aprobación se dio a cambio de que el Gobierno ecuatoriano financie el plan de vida de esta etnia, que expone demandas en torno a educación, salud y al reconocimiento de sus tierras ancestrales.
El acuerdo se selló en el corazón del Yasuní, en la localidad de Guiyero, que está dentro del bloque petrolero que opera la española Repsol. El presidente Rafael Correa se reunió con medio millar de Waoranis que acudieron en representación de las 48 comunidades de esta nacionalidad indígena.
Esto suma apoyos a la decisión gubernamental del 15 de agosto de extraer el petróleo de la reserva. El viernes pasado, los alcaldes de la región amazónica avalaron la extracción de crudo. Llegaron a Quito acompañados de centenares de nativos de la parte oriental del país y aseguraron que necesitan los recursos del petróleo para superar la pobreza. “Nosotros queremos desarrollo y progreso, calidad de vida, escuelas, colegios, carreteras, agua potable, alcantarillado”, decía Jofre Poma, alcalde de Lago Agrio, la ciudad que limita con Colombia y donde se inició la extracción de petróleo en la década de los 70.
El grupo de autoridades locales visitaron la Asamblea Nacional y la sede de Gobierno para mostrar su beneplácito a la explotación petrolera. Además hicieron una parada en el Tribunal Constitucional para entregar una pregunta para que se convoque a una consulta popular, tal y como lo hicieron en días pasados los grupos ambientalistas que se oponen a la explotación. El texto rezaba: “¿Apoya al Presidente en su propuesta para la explotación de petróleo en un área no mayor al uno por mil del Parque Nacional Yasuní, y que el producto del petróleo que se extraiga del bloque 43, campos ITT, se destine a la lucha contra la pobreza, el financiamiento de los planes de vida de las comunidades ancestrales y la dotación de servicios básicos?”.
Toda esta demostración de respaldo ciudadano ha sido la antesala para que la comisión de biodiversidad de la AsambleaNacionaleste mismo martes por la noche aprobara un informe de 32 páginas en el que se declara de interés nacional a los bloques 31 y 43 del Yasuní. Este documento será sometido a votación la siguiente semana, en el pleno del órgano legislativo compuesto por un centenar de asambleístas del partido de Gobierno, versus una oposición que no supera la treintena.
La mano negra de Chevron
Rafael Correa también ha iniciado este martes una campaña para dar a conocer al mundo el daño ambiental que provocó Texaco-Chevron en Ecuador. El presidente visitó uno de los pozos que fue explotado por la petrolera estadounidense y hundió su mano en la piscina de desechos tóxicos, que sigue abierta a pesar de que la empresa salió del país en 1992.
Declaró que no intervendrá en el juicio que sigue el Frente de Defensa dela Amazonía, que ya lleva más de 20 años, pero incitó a un boicot mundial contra la petrolera.
La respuesta de Chevron no se hizo esperar y dijo que el primer mandatario ofreció un relato distorsionado e incorrecto de los campos petroleros y argumentó que la posterior limpieza de las piscinas de crudo era responsabilidad de la estatal Petroecuador.
Los Waorani y los no contactados
S. C
La historia de los Waorani es relativamente reciente porque fueron contactados en los años 50 y sufrieron el embate de las petroleras (primerola Royal Dutch Shell y luego Texaco-Chevron) que idearon un plan de pacificación hacia estas etnias que habían detenido el avance extractivo a punta de lanza. El protagonista de estos años fue el Instituto Lingüístico de Verano (ILV), que reclutó a los clanes Waorani, les enseñó el idioma del resto de los ecuatorianos y les evangelizó.
En esos años, los Waorani sufrieron la separación de una parte de su población, que siguieron a uno de sus guerreros, llamado Tagae, que decidió internarse en la selva para huir de la colonización. Los Tagaeri o familiares de Tagae son uno de los grupos no contactados. Los otros son los Taromenani, que se habrían establecido más cerca de la frontera con Perú y por lo tanto se mantuvieron a salvo del contacto del ILV.
Los waorani que este martes se reunieron con el presidente Correa incluyeron en su pliego de peticiones la protección para sus hermanos no contactados, que viven dentro de una zona intangible cuyos límites se establecieron en 2007, tras violentos ataques a tres madereros. Pero cabe indicar que entre estos clanes ha habido una sucesión de ataques, muertes y venganzas. Solo en este año se registraron dos sucesos que hablan de que la Ley de Talión rige sus vidas.
En marzo de 2013, dos sujetos no identificados asesinaron con sus lanzas a una pareja de ancianos de una comunidad wao. El ajuste de cuentas se produjo ese mismo mes, cuando los waorani entraron en la selva y mataron con armas de fuego a un clan completo de los Tagaeri-Taromenani, una treintena de personas, según los mismos atacantes. No se supo cómo consiguieron las armas y ni siquiera se pudieron recuperar los cadáveres de los no contactados, y para rematar la venganza, los waorani trajeron como trofeo de guerra a dos niñas que habían nacido en los territorios de los aislados.
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