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martes, 17 de septiembre de 2013

Por GODOFREDO RIVERA y será publicado en www.asuntoscapitales.com 



Un mayor déficit fiscal “estimulará” el crecimiento económico

Hasta analistas y periodistas que yo consideraba serios, le están haciendo el juego al gobierno irresponsable que quiere más impuestos de los mismos de siempre para financiar un mayor gasto público. De reducir el tamaño del gobierno, la obesidad burocrática, nadie habla. Qué pena me dan oírlos con sus burradas afirmando temerariamente que es hora de ser “solidarios” con los más pobres y de que es hora de pagar más impuestos. La única “solidaridad” de este acto es con la ubre gubernamental, con la burocracia parasitaria de los políticos. Definitivo, la propuesta de subir impuestos y ampliar peligrosamente el déficit fiscal dizque para estimular el crecimiento económico no sólo es peligrosa y falsa, sino que contiene un fuerte tufo lopezobradorista. Vaya con Peña, que rebasa a la izquierda por la izquierda, como en su momento llegó a plantear Calderón.  

Ninguna reforma fiscal debe ser utilizada para mal construir un Estado benefactor que terminará por financiarse con altísimos impuestos que castigarán fuertemente el crecimiento económico. Ya el Presidente Peña se empeña en endilgarnos más impuestos a los mexicanos, impuestos que irán subiendo año con año, pues la propuesta del actual gobierno es tercamente que todos tengamos pensión universal y seguro masivo del desempleo. Y lo peor, como ya no le salen las cuentas al gobierno, ya se anunció un “pequeño” déficit fiscal para el presente año que termina y un déficit de 1.5% para el 2014. Y ahora la burrada es que con el déficit fiscal mayor, se “estimulará” el crecimiento económico (el gasto público mayor sólo “estimula”, “infla” artificialmente el crecimiento económico, para luego recaer muy fuerte-la cruda realidad-, si no pregúntenle a los europeos o a los mexicanos que vivieron los años ochentas con gasto público desbocado que sólo terminó en inflaciones y devaluaciones masivas). La verdad no me imaginé que el actual secretario de hacienda fuera un keynesiano ramplón o de plano no es capaz de contener el populismo de su jefe (si es así que mejor renuncie y no se queme, como en su momento lo hizo Hugo Margáin en la administración echeverrista).

El verdadero déficit fiscal del próximo año nada tiene que ver con el anunciado 1.5% (cualquier déficit fiscal es malísimo para una economía emergente como la mexicana, pues ello hará que las calificadoras de deuda pública reduzcan la calificación en materia de riesgo soberano, una muy mala noticia, pues encarecerá el fondeo del sector privado en los mercados internacionales); en realidad el déficit fiscal superará el 4% si le agregamos los gastos de inversión de Pemex y el costo de la onerosa banca de desarrollo (esa que le fascina a los estatistas, que falsamente creen que el desarrollo y crecimiento empresarial se da desde los escritorios gubernamentales). Hace más de dos décadas que la economía mexicana no proyectaba un déficit de la magnitud como el señalado arriba. Muy peligroso, una vez echado andar el “ogro filantrópico”, una vez ampliada la ubre gubernamental difícilmente se le puede detener. La experiencia nos señala que esto sólo terminará en una severa crisis fiscal con repercusiones serias para el poder adquisitivo de los mexicanos.

Ya lo he escrito varios años antes, los déficit fiscales son muy malos para las economías, en especial para las emergentes. Le recuerdo al Dr. Videgaray, al señor Presidente y a su gabinete económico:

Cuando un gobierno gasta y gasta, termina por caer en déficit fiscal. La acumulación del mismo desemboca en deuda pública. La consecuencia más directa de la deuda pública es que impone una carga a las futuras generaciones de contribuyentes (sus hijos amigo lector). Cuando vencen estas deudas y los intereses acumulados, los futuros contribuyentes se encuentran ante una difícil elección: pagar unos impuestos más altos, disfrutar de un gasto público menor ó ambas cosas a la vez con el fin de disponer de suficientes recursos para devolver la deuda y los intereses acumulados. El déficit fiscal disminuye el bienestar de las futuras generaciones.

Pero el efecto del déficit fiscal no sólo se circunscribe al empobrecimiento de las futuras generaciones. Hay otros efectos colaterales muy dañinos. El déficit fiscal reduce la disponibilidad del ahorro nacional (suma de ahorro privado y público). La reducción del ahorro nacional provoca un alza en las tasas de interés reales, lo que ocasiona que la inversión caiga. La reducción de la inversión provoca con el paso del tiempo una disminución del stock de capital. Esta disminución del stock de capital reduce la productividad del trabajo, lo que le pega a los salarios reales y a la producción de bienes y servicios de la economía. Por lo tanto, cuando un gobierno se endeuda, las futuras generaciones pierden bienestar, pues nacen en un país en donde los ingresos son más bajos y los impuestos más altos.

Estamos en el peor de los mundos, un gobierno que se empeña en subir impuestos y acrecentar el desequilibrio fiscal; este camino sólo nos llevará al estancamiento económico y lo peor, al mayor empobrecimiento de los mexicanos. 

Amigo lector, de burradas y burradas económicas, mejor una pequeña cucharada de conocimiento que nos aleje de las tarugadas.

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