FRANCISCO GUINEA INVESTIGA EN ESPAÑA EL MISMO MATERIAL QUE PABLO JARILLO-HERRERO EN EEUU
Por qué el 'científico del millón de dólares' no trabaja en España
Pablo Jarillo-Herrero en su laboratorio del MIT.
La ciencia española está de enhorabuena. Uno de sus investigadores, de 36 años, va a recibir de manos de Barack Obama un millón de dólares para investigar durante los próximos cinco años. El galardonado es Pablo Jarillo-Herrero, un físico valenciano que tuvo que emigrar para garantizarse una carrera profesional.
El máximo premio otorgado por el Gobierno estadounidense reconoce su labor al frente de un equipo de veinte personas que trabaja con el material del futuro: el grafeno. Su caso es excepcional, como el componente con el que trabaja, pero no es el único.
Pablo trabaja en el MIT (Massachusetts Institute of Technology). Y aquí, pocos se alegran tanto de su éxito como Francisco Guinea, físico teórico del Instituto de Ciencias de Material del CSIC. “Es un chico brillante, que cumple sobradamente con las dos condiciones que debe tener un científico: creatividad y ganas de trabajar”. Lejos de envidiar las oportunidades con las que está contando Jarillo, lamenta que sea en Estados Unidos y no en España donde esté desarrollando su carrera.
“Fueron muchos a los que les hablé del talento de Pablo y no apostaron por él. Si le hubiera llegado una buena oferta estaría trabajando con nosotros”. Pero la oportunidad llegó tarde y Pablo continuó con sus investigaciones al otro lado del charco, financiado por el Departamento de Defensa estadounidense. “A mi me cuesta mucho más que al MIT atraer a un joven con talento, pero es cuestión de querer. España debe dejar atrás la endogamia y el enchufismo descarado porque nos está penalizando mucho”, advierte.
“Desperdiciamos a jóvenes con una formación excelente porque no son de la casa”. Es decir, porque han estudiado en otra universidad o trabajado en otro laboratorio. Además, denuncia lo que él llama la ‘teoría del pobrecito’. Hay muchos catedráticos que durante años pueden publicar sus artículos gracias a la labor de sus becarios y cuando la universidad tiene una vacante en lugar de hacerse una convocatoria abierta en la que se prime el talento piensan ‘pobrecito, cómo no le vamos a ayudar ahora…’. “Una dinámica por la que se ha promocionado y se sigue promocionando a gente muy mediocre”.
"España gasta mucho en investigación, el problema es cómo"
Además de los enchufes, Guinea considera que el otro gran problema de la ciencia española es el reparto del presupuesto. España atraviesa una “época de vacas flacas”, pero aun así, “hay dinero”, afirma Francisco. “Este país, lejos de la percepción general, gasta mucho en investigación, el problema es cómo se reparte el dinero”.
Guinea, un hombre tranquilo que roza la timidez, se enciende con la poca productividad de algunos compañeros. “Una universidad española se gasta de media 100.000 euros por catedrático, que tiene que dedicar un tercio de su tiempo a la investigación, por lo que se invierten 30.000 euros en esta actividad”. Mientras ese dinero “no da todos los frutos que podría”, este científico español, que ha trabajado codo con codo con premios Nobel y publicado más de 300 artículos en revistas internacionales de prestigio, tiene que estar buscando continuamente fuentes de financiación privadas o en la Unión Europea.
Con una carrera profesional de 30 años y un nombre hecho dentro del mundo de la investigación, Francisco podría dedicarse a vivir de las rentas, pero no es su estilo. “La nuestra es una profesión muy vocacional, nadie está en la ciencia por dinero”, reconoce.
Su último gran logro tiene que ver más con la gestión que con la ciencia. Él ha sido el encargado de organizar a la comunidad científica española que trabaja con el grafeno, un material único, con unas propiedades que solo él tiene: flexibilidad, resistencia, transparencia, impermeabilidad, abundancia, que conduce la electricidad mejor que ningún otro metal conocido, y económico.
Con esta labor, como con todas las que realiza, busca su satisfacción personal, el reconocimiento de sus colegas y conseguir que las instituciones científicas de España den el salto a la primera división. Pero, por encima de todo persigue un objetivo: que la investigación revierta en la sociedad.
El máximo premio otorgado por el Gobierno estadounidense reconoce su labor al frente de un equipo de veinte personas que trabaja con el material del futuro: el grafeno. Su caso es excepcional, como el componente con el que trabaja, pero no es el único.
Pablo trabaja en el MIT (Massachusetts Institute of Technology). Y aquí, pocos se alegran tanto de su éxito como Francisco Guinea, físico teórico del Instituto de Ciencias de Material del CSIC. “Es un chico brillante, que cumple sobradamente con las dos condiciones que debe tener un científico: creatividad y ganas de trabajar”. Lejos de envidiar las oportunidades con las que está contando Jarillo, lamenta que sea en Estados Unidos y no en España donde esté desarrollando su carrera.
“Fueron muchos a los que les hablé del talento de Pablo y no apostaron por él. Si le hubiera llegado una buena oferta estaría trabajando con nosotros”. Pero la oportunidad llegó tarde y Pablo continuó con sus investigaciones al otro lado del charco, financiado por el Departamento de Defensa estadounidense. “A mi me cuesta mucho más que al MIT atraer a un joven con talento, pero es cuestión de querer. España debe dejar atrás la endogamia y el enchufismo descarado porque nos está penalizando mucho”, advierte.
“Desperdiciamos a jóvenes con una formación excelente porque no son de la casa”. Es decir, porque han estudiado en otra universidad o trabajado en otro laboratorio. Además, denuncia lo que él llama la ‘teoría del pobrecito’. Hay muchos catedráticos que durante años pueden publicar sus artículos gracias a la labor de sus becarios y cuando la universidad tiene una vacante en lugar de hacerse una convocatoria abierta en la que se prime el talento piensan ‘pobrecito, cómo no le vamos a ayudar ahora…’. “Una dinámica por la que se ha promocionado y se sigue promocionando a gente muy mediocre”.
"España gasta mucho en investigación, el problema es cómo"
Además de los enchufes, Guinea considera que el otro gran problema de la ciencia española es el reparto del presupuesto. España atraviesa una “época de vacas flacas”, pero aun así, “hay dinero”, afirma Francisco. “Este país, lejos de la percepción general, gasta mucho en investigación, el problema es cómo se reparte el dinero”.
Guinea, un hombre tranquilo que roza la timidez, se enciende con la poca productividad de algunos compañeros. “Una universidad española se gasta de media 100.000 euros por catedrático, que tiene que dedicar un tercio de su tiempo a la investigación, por lo que se invierten 30.000 euros en esta actividad”. Mientras ese dinero “no da todos los frutos que podría”, este científico español, que ha trabajado codo con codo con premios Nobel y publicado más de 300 artículos en revistas internacionales de prestigio, tiene que estar buscando continuamente fuentes de financiación privadas o en la Unión Europea.
Con una carrera profesional de 30 años y un nombre hecho dentro del mundo de la investigación, Francisco podría dedicarse a vivir de las rentas, pero no es su estilo. “La nuestra es una profesión muy vocacional, nadie está en la ciencia por dinero”, reconoce.
Su último gran logro tiene que ver más con la gestión que con la ciencia. Él ha sido el encargado de organizar a la comunidad científica española que trabaja con el grafeno, un material único, con unas propiedades que solo él tiene: flexibilidad, resistencia, transparencia, impermeabilidad, abundancia, que conduce la electricidad mejor que ningún otro metal conocido, y económico.
Con esta labor, como con todas las que realiza, busca su satisfacción personal, el reconocimiento de sus colegas y conseguir que las instituciones científicas de España den el salto a la primera división. Pero, por encima de todo persigue un objetivo: que la investigación revierta en la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario