Francia es una de las democracias más antiguas de la historia, así como un estado laico desde 1905. La famosa laïcité francesa no va contra la religión, simplemente garantiza la separación de la religión y el Estado, reservando la primera a la vida privada. Aunque la ley habló de la Iglesia en un principio, el laicismo se aplica a todas las religiones por igual.
Este 7 de enero conocimos con horror el atentado perpetrado contra la redacción de la revista satírica francesa Charlie Hebdo, en la que doce personas perdieron la vida y otras diez resultaron heridas. Cinco dibujantes, dos columnistas, un editor, un albañil, un invitado y dos policías. Doce víctimas de las cuales dos eran musulmanas. El ataque fue llevado a cabo por criminales islamistas radicalizados como venganza por la publicación de caricaturas del Profeta Mahoma, algo considerado sacrilegio en el Islam. Portavoces de la comunidad musulmana francesa se han apresurado a resaltar su condena al atentado y su pertenencia a la República, aunque el mismo 8 de enero ha habido ataques e incidentes en varias mezquitas del Hexágono.
El atentado se produjo el mismo día de la publicación de Sumisión, un libro del polémico autor Michel Houellebecq, que trata de una Francia gobernada por un gobierno islámico en 2022; es decir, dentro de dos legislaturas. Houellebecq ha anunciado que ha abandonado París por seguridad y que suspende la promoción de su libro, y sus temores no han sido infundados: el 8 una policía ha sido asesinada y el 9 cuatro rehenes han perdido la vida.
Liberté, égalité, fraternité
La República francesa está basada en tres principios: libertad, igualdad y fraternidad. Mucho se está hablando de libertad estos días. Es más, la condena a la falta de libertad de expresión ha sido mayor que la condena al asesinato de doce hombres y mujeres que no habían cometido crimen alguno. Si Francia garantiza la libertad de expresión y prensa, y la separación entre el Estado y la religión, entonces se deben poder publicar viñetas humorísticas que se rían de cualquiera y de cualquier cosa.
La redacción de Charlie Hebdo lleva varios años oculta y bajo protección policial porque ciertos elementos radicales se ofendieron por unos dibujos. Si se ríen del cristianismo y del judaísmo, ¿por qué no del Islam?
Atentados como éste llaman a la autocensura periodística, y a una mal entendida corrección política que afecta especialmente a la naturaleza del humor.
Por otro lado, poca gente se siente libre para salir a la calle estos días tras el incidente con rehenes, y se realizan registros al entrar a cualquier sitio público, coartando la libertad de movimiento y de reunión de casi todos los parisinos.
Pero se está oyendo menos hablar de igualdad tras los atentados. La interpretación francesa de la igualdad simplifica demasiado: todos somos iguales, todos somos franceses, ergo no hay diferencias. Dado que legalmente Francia no puede reconocer que tiene minorías, no puede tratarlas como tal, ni garantizar su integración. Esto ha llevado al país a una tensión social altísima: desde los altercados de 2005 a la exclusión dada por hecho del departamento de Seine-Saint-Denis y ciertas banlieues de Marsella, pasando por la radicalización yihadista de muchos jóvenes nacidos en Francia.
¿Y qué hay de la fraternidad? Por un lado todo el mundo está mencionándola como base de las diversas marchas republicanas y concentraciones anti-violencia que está produciendo por todo el país. Sin embargo, aunque sigue siendo uno de los principales valores republicanos, el atentado contra Charlie Hebdo ha sido rápidamente usado por muchos para reabrir las escisiones que ya atraviesa el país. Como decíamos, varias mezquitas francesas han sido atacadas en represalia, la comunidad musulmana francesa ya ha manifestado su preocupación por sentirse más excluida que nunca, y la dirigente del Front National Marine Le Pen ha aprovechado la ocasión para suscitar un debate respecto a la pena de muerte y para protestar por su exclusión de la unidad nacional de todos los partidos frente a la marcha republicana del domingo 11. Lo cierto es que si todo el mundo tiene miedo de salir a la calle, la comunidad musulmana lo tiene especialmente: tanto la sociedad francesa en la que viven como los criminales que la hacen temblar los perciben de manera negativa.
El contexto francés se retroalimenta. La exclusión social facilita la radicalización de jóvenes franceses que, cuando finalmente operan, como hizo Mohammed Merah en su día y como se ha hecho ahora en la redacción de Charlie Hebdo, alimentan un mayor sentimiento anti-islámico, un mayor ostracismo de los musulmanes franceses y un mayor empuje a fuerzas políticas racistas como el Front National.
Este cóctel de odio e ignorancia hace que el ciclo vuelva a empezar, estando la falsa dicotomía Europa-Islam cada vez más arraigada en el acervo popular.
No debemos engañarnos, Francia es sólo el mayor ejemplo de algo que está ocurriendo en toda Europa. Partidos como los Demócratas Suecos y Alternativa por Alemania, o movimientos sociales como Pegida –que reclama modelos de admisión de inmigración más exigentes-, demuestran que son cada vez más los europeos intolerantes hacia todo lo que sea musulmán.
El creciente número de jóvenes europeos reclutados para la yihad en Siria y en territorios controlados por el Estado Islámico indica que son cada vez menos las respuestas que Europa puede dar a su mayor minoría. Hay que tener claro que el terrorismo de base islamista en Europa se perpetra casi íntegramente por musulmanes europeos. Son en su mayoría jóvenes nacidos en Europa, criados en Europa, con su vida en Europa, y sobre todo, radicalizados en Europa. El problema es interno, estos jóvenes van a Siria y Yemen a formarse sólo después de haberse radicalizado en origen.
¿Cómo se vive este debate en Francia?
No me considero un simple espectador de todo esto ya que vivo en París desde hace varios meses. Los nuevos protocolos de seguridad sin duda condicionarán mi vida diaria cuando regrese en un par de semanas. Mi dilema ahora es el de muchos otros: ¿hasta dónde llega la libertad? Por decirlo de otro modo, si hay que poner en una balanza libertad de expresión y cohesión social, respeto al que emite un mensaje y respeto al que lo recibe, ¿qué se debe priorizar? No tengo una respuesta clara a esta pregunta, y aunque la tuviera sería personal y por tanto sujeta a mi propia escala de valores.
Sólo hay una cosa que tengo clara: Charlie Hebdo va más allá de ser un ataque contra la libertad de expresión. Sí, se ha puesto en riesgo la libertad de expresión, y sí, los estados europeos deberían darse cuenta que no podemos dar todo por hecho, y que la libertad a veces debe ser protegida. También espero que ningún periodista o dibujante decida autocensurarse para evitar represalias. Vivimos en estados de derecho y es obligación de las fuerzas de seguridad el garantizar que cada uno pueda decir lo que piensa.
Por otro lado, toda libertad acaba donde empieza la de los demás. Nunca debe usarse la libertad de expresión para insultar o vejar a nadie, y aunque el atentado es injustificable y abominable en todos los sentidos, es cierto que muchas viñetas de Charlie Hebdo eran innecesariamente ofensivas con las creencias de la gente (tanto musulmana como de otras religiones), y sólo han servido para añadir fuelle a la fractura de la sociedad francesa.
Habrá quien diga que “los cristianos no van por ahí matando a quién se ríe de Jesús”, pero de hecho, la grandísima mayoría de los musulmanes tampoco lo hacen. Y sí, hay elementos renegados dentro del Islam, pero no, el Islam no es una religión violenta como muchos medios la representan. De hecho, parte del error reside en considerar a los autores de los atentados y secuestros como fundamentalistas islámicos en vez de como lo que son, criminales y asesinos a sangre fría. El diferenciarlos del resto de criminales les da alas y les ayuda a creerse algo que no son.
Charlie Hebdo y los sucesivos atentados marcarán un antes y un después, tanto en Francia como en todo Occidente. En la medida en la que recordemos que esta guerra no es entre Europa y el Islam, sino entre los europeos (tanto no-musulmanes como musulmanes) y criminales, estoy convencido de que lograremos recuperarnos de este duro golpe. Realmente es necesario recordar esto, puesto que sólo unidos podemos ocuparnos de la lucha que de verdad importa.
Foto de portada: Concentración solidaria en Bruselas contra el atentado en Charlie Hebdo. Vía Valentina Calà Flickr.
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