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El productor y realizador Miguel Ángel Tobías lanza un documental cien por cien benéfico que se proyecta en los cines Kinépolis de manera gratuita. Por Laura Crespo
Hace ocho años, el productor y realizador Miguel Ángel Tobías se comprometió “públicamente” a producir y dirigir todos los años un proyecto audiovisual que fuera “social, solidario y benéfico”. Aunque el momento crítico por el que atraviesa el sector del cine le ha obligado a frenar el ritmo, Tobías ha estrenado este mes el documental Gurba. La condena, que se suma a Sueños de Haití y al programa televisivo Efecto ciudadano y se convierte en la primera de estas manifestaciones de voluntad social en exhibirse en salas convencionales (multicines Kinépolis), en pantalla grande y, rizando el rizo, de forma gratuita.
Esta vez, el realizador vizcaíno se ha propuesto desempolvar un conflicto que forma parte ya del “mobiliario urbano de la geopolítica”, según señala en una entrevista con este diario: la realidad de los saharauis en los campamentos de refugiados de Tinduf y los territorios ocupados del Sáhara Occiental. Una situación que, enquistada desde hace casi cuarenta años, se ha alejado de las agendas informativas de los medios de masas y a la que Tobías pretende devolver “visibilidad”.
Fue hace un año y medio aproximadamente cuando el realizador descubrió algo sobre el Sáhara, más allá del conocimiento básico que tiene la mayoría de la población española en la medida en que el territorio fue protectorado hasta 1975, cuando Marruecos ocupó los territorios de manera ilegal -según reconoce la ONU en varias resoluciones- y allí se estableció hasta el día de hoy. La población autóctona desplazada se realojó en campos de refugiados, la mayoría en Tinduf (Argelia), que han perdido su habitual característica de temporalidad para convertirse en auténticos asentamientos con casi cuatro décadas de antigüedad en los que ya han nacido varias generaciones. Junto a una situación reconocidamente injusta pero extendida en el tiempo de forma incomprensible, el último empujón que lanzó a Tobías a rodar la película fue un detalle que hasta entonces desconocía: el de la arbitrariedad de las autoridades marroquíes en los territorios ocupados bajo la mirada impasible de la ONU.
“La MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) es la única misión de la ONU en todo el planeta en la que no se puede velar por los derechos humanos”, explica el realizador, y señala que la razón es el veto de Francia a una resolución en la que la organización internacional quiso imponer esa vigilancia en el territorio del Sáhara marroquí. “Por culpa de ese veto, desde hace varias décadas y evidentemente por intereses políticos y económicos, no se puede velar por los derechos humanos, es decir, que un policía o un soldado marroquí puede agredir, violar, abusar o torturar a una persona saharaui delante de un casco azul sin que esté pueda ni intervenir ni informar”, añade.
Impactado por terminar de componer una realidad que hasta entonces había sido, como para casi la mayoría, bastante vaga, Tobías puso en marcha el proyecto de Gurba. La condena, una película documental que no solo muestra la realidad seca, dura y asfixiante de los campos de Tinduf sino que se adentra en la inexplorada vida de los territorios ocupados. La cinta incluye testimonios que evidencian la brutalidad de la policía marroquí, especialmente en la llamada Cárcel Negra, la Prisión Civil de El Aaiún. “Había escenas muy duras, de torturas, mucho más fuertes, pero pensé que la gente no iba a aguantar”, asegura el director y productor, quien dispone en dos direcciones su intención principal: “Por un lado que la gente de cualquier parte del mundo, sin saber nada sobre el tema, pudiera entender el conflicto y, por otro, colocar al ser humano en el centro de la historia, intentar que el espectador empatice con otros seres humanos que están sufriendo esta situación desde hace cuarenta años”.
Así, Gurba. La condena enfoca a las personas, a los representantes del pueblo saharaui en todas sus vertientes: los que decidieron quedarse; los que se fueron y siguen viviendo, contra todo pronóstico, en campos de refugiados; los que han nacido en esos campos y no conocen otra realidad; y los hijos de estos; las víctimas de las minas y quienes se juegan la vida para desactivarlas; los psicólogos que atacan las secuelas menos visibles de esa ‘gurba’ (un término local para referirse a la situación de vivir lejos de la tierra propia).
La ONU, un sinsentido mientras exista el derecho a veto
“La ONU tiene mucho valor para algunas cosas pero para otras, como se demuestra en la película, ninguno”, manifiesta Tobías. Y es que esa es una de las preguntas que lanza la película indirecta pero incisivamente. ¿Qué sentido tienen las Naciones Unidas existiendo casos como el del Sáhara Occidental? “La ONU se crea precisamente con la intención de no permitir que haya injusticias en ninguna parte del mundo, pero esto no tiene ningún sentido de facto mientras existan países con derecho a veto”, opina el director.
“La ONU no tiene ningún sentido mientras existen países con derecho a veto”
Para Francia, responsable del veto que condena a los saharauis a mantenerse en una situación de brutal estancamiento, un Sáhara independiente sería “como tener una mota de polvo en el ojo”, dice Tobías, quien cree que los franceses se permiten así mantener “el control sobre toda esa zona de África”, francófona a excepción del Sáhara.
“Lo de Francia, que es la precursora de los derechos humanos en el mundo, es de lo más flagrante: la misma Francia de la igualdad, libertad y fraternidad es la que está impidiendo que se vele por los derechos humanos en el Sáhara”, expone.
España, clave
Legal y oficialmente, el Sáhara Occidental sigue siendo un protectorado español, por lo que, en opinión de Tobías, “deberíamos estar jugando un papel mucho más relevante”.
“Que nosotros no estemos haciendo más por el pueblo saharaui dice poco a favor nuestro como país” lanza, y apunta a situaciones “paradójicas” causadas por la inacción internacional, como que Europa, y especialmente España, pague a Marruecos “por pescar en unas aguas que eran nuestras y que ahora mismo deberían ser saharauis”.
Haciendo un repaso histórico, Tobías recuerda que el ex presidente Felipe González aseguró poco después de su investidura en 1982 que tendría resuelto el asunto del Sáhara “en seis meses”.
“El único presidente de España que se ha atrevido a llevar a las Naciones Unidas el tema del Sáhara fue José María Aznar”
“Como hay que hacer honor a la verdad, el único presidente de España que se ha atrevido a llevar a las Naciones Unidas el tema del Sáhara fue José María Aznar”, expone y califica de “indignante” la presión que, “valiéndose de su posición privilegiada como frontera de Europa y con el tema del terrorismo islámico”, ejerce Marruecos sobre la comunidad internacional, que se “pliega a sus intereses”.
Ante este retrato poco alentador, Tobías pretende con su película “empoderar a las personas desde el punto de vista psicológico, emocional e intelectual para tomar acción ante esta y otras violaciones de derechos humanos que se producen en el mundo”. Y a todos se dirige el cineasta, independientemente de la posición social: “a los ciudadanos, para que aprovechemos nuestra capacidad de presionar a los Gobiernos; a las empresas, para que sean muy conscientes de qué significa invertir en uno u otro sitio o utilizar materias primas de uno u otro origen; a los gobernantes, para que les dé vergüenza estar permitiendo que se den estas situaciones; e incluso a la comunidad internacional, para que no aparten la mirada de lo que está haciendo Marruecos”.
El realizador sí se muestra optimista de cara al futuro y cree percibir movimiento reciente en la atención internacional al conflicto. “En los últimos siete meses se ha movido más a nivel político internacional que en treinta años”, explica y cuenta que tanto Barack Obama como el presidente de las Naciones Unidas,Ban Ki Moon, han calificado recientemente de “intolerable” la situación en el Sáhara Occidental, así como el reconocimiento del Congreso estadounidense a la activista saharaui Aminatou Haidar.
A esta corriente, aún leve pero positiva, Tobías aporta su documental y lo hace, además, dentro de la filosofía de trabajo que inauguró en 2010 con Sueños de Haití: la del cien por cien benéfico.
Social en 360 grados
Gurba. La condena, es una película levantada a fondo perdido. Según cuenta a este diario su director, la financiación ha salido de su propia productora, Acca Media y no se explotará la película comercialmente para recuperarla. Lo que no quiere decir que no pueda verse en cines.
Las salas Kinépolis de Alicante, Granada, Valencia y Madrid han programado sesiones gratuitas y el productor asegura que espera poder ampliar pronto la iniciativa a otras ciudades españolas.
Además, Tobías pone su trabajo a disposición de cualquier asociación, fundación u ONG que trabaje por los derechos humanos y ya se han realizado pases organizados por el Banco de Alimentos de Alicante o la Fundación Madrina con la intención de recaudar fondos para sus fines sociales.
“Es un proyecto pionero en España: hacer una película a fondo perdido, en la que no se recupera ni siquiera el dinero de la producción, pero que además pretende generar dinero para causas sociales al tiempo que se exhibe sin coste para que pueda verla quien no puede pagarse una entrada de cine”, resume Tobías. “Cine social en 360 grados”.
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