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jueves, 9 de octubre de 2014

¡Estamos ante una probable pandemia… que le den por culo al perrito Excalibur!


Gustavo Vidal Manzanares Jurista y escritor

Baltasar Gracián, hombre sabio y ponderado, acuñó la expresión: “Lo bueno si breve, dos veces bueno”, de manera que, pertrechado con el chaleco antibabas, tan necesario para estas ocasiones, escribiré una columna reducida para referirme a un tema que ha agotado mis últimos flecos de confianza en la especie celtíbera…
Como cuestión previa haré constar que siempre he disfrutado de perros y gatos en mi casa. Y hasta concurrí a actos contra el ahorcamiento de galgos perpetrados a la conclusión de la temporada de caza. Si les gustan las emociones intensas, les invito a probar esta experiencia, plantando cara a gañanes beodos y pertrechados de escopeta.
Pero los últimos acontecimientos que bullen en las redes me han arrastrado ineluctablemente a una conclusión: El inolvidable Berlanga dirige (y se parte de risa) los destinos de nuestro país desde algún esotérico rincón anclado en dimensiones ignotas. Veamos….
En España (¿en qué otro lugar si no?) se han propagado los primeros casos europeos de una enfermedad vírica, contagiosa, mortal en un 90% y aniquiladora de sus víctimas entre espeluznantes sufrimientos. Francia, Reino Unido, Países Bajos o Noruega han repatriado a víctimas del mal evitando contagios. En nuestro país, muy al contrario, comienzan a destaparse infecciones y por lo que vamos vislumbrando, las causas radican en una concatenación de errores de seguridad, protocolo y escasez de medios. En suma: chapuza, chapuza y chapuza.
En este sentido, cualquiera que trabaje o haya trabajado en la Administración (de la política o la gran empresa ya mejor ni hablar) se percatará de la cantidad de incompetentes que ocupan y se atornillan en puestos de responsabilidad. No albergo la menor duda: la propagación del Ébola se debe a algún error (chapuza) de alguien, (tal vez algunos) incompetente aupado a un puesto muy por encima de sus capacidades y meritaje.
Y es que en nuestro país se penaliza el mérito frente al brujuleo en despachos, se castiga la capacidad ante el lameculismo de mediocres ambiciosos, se practica la mofa del esfuerzo ante los atajos sindicateros, politiqueros o nepóticos (la verdad, no sé si existe esa palabra y no me voy a molestar en comprobarlo, pero deriva de nepotismo como podrán suponer)… en suma, pléyades de medianías pertrechadas con un arsenal de trampas para medrar acaparan los lugares donde deberían prestar servicio hombres y mujeres honestos y eficaces. Lo normal es que las chapuzas se cubran de tierra y hasta se premien. Pero a veces, como en el presente brote de Ébola, resulta imposible.
Mientras escribo estas líneas, este virus mortal pulula por Madrid. No sabemos dónde ni cómo. Hasta se denuncia que persona o personas infectadas han hecho vida normal durante días.
Pues bien, el mayor hervor indignado en las redes bulle por el sacrificio, según resolución judicial fundamentada en criterios de salud pública… ¡de un perro, posiblemente infectado, y de nombre Excalibur!... por amor de Dios… ¿qué nos están echando en el aire? No sé cuantos cientos de miles de firmas “indignadas” piden la “salvación” de Excalibur.
Y aunque, “salvando a Excalibur” las posibilidades de propagación sean mínimas… existen… ¿Pero alguien, a estas alturas del sainete patrio, piensa (palabra a extinguir) que en el país del enchufe y la chapuza bastaría con aislarlo?
Y dicho lo anterior, ¿debemos aclarar que si este virus no se controla y sofoca pueden morir miles, cientos de miles y hasta millones de personas?, ¿es necesario informar que puede hundirse el turismo, nuestra principal y casi única industria?, ¿no será preferible sacrificar a un can antes que poner en riesgo el trabajo y vida de millones? Y todo lo anterior por mucho que amemos a los animales (quien asegure amarlos más que yo queda invitado a actos como el que describí en el segundo párrafo de esta columna).
No espero respuestas razonadas en un país donde, según sentenció don Antonio Machado, “de cada diez cabezas, nueve embisten y una piensa”, o sea donde “Paquirrín” (ahora llamado Kiko Rivera aunque sabe Dios cómo se llamará mañana) es el “cantante” con más descargas, donde Belén Estebán ocupa el top de “escritores”, donde más de un millón (por el momento) de electores apuestan por bolivarianos de Vallecas, donde Torrente supera aplastantemente a Coppola, Scorsese, Allen, Welles, Stone …
Me resigno a lo anterior, no me queda otra, pero entre la seguridad de nuestra industria y de millones de personas y la vida de “Excalibur” lo tengo claro y lo digo crudamente: “¡a Excalibur que le den por culo!”, me reafirmo en mi intuición: Berlanga dirige los destinos de España y se descojona (con perdón).  Por mi parte y visto lo visto, solo me resta respirar profundo y suave a la vez que repito…
Vivo en un país normal, puedes exponer cualquier idea siendo escuchado y leído con todo respeto mientras tu interlocutor prepara sus meditados argumentos, nadie da pábulo a opciones políticas insensatas, la gente no es envidiosa ni se deja manipular por la palabrería, se valora el mérito, la capacidad y el esfuerzo por encima de cualquier consideración, de hecho nadie recibe tanto apoyo y muestras de afecto como aquel que empieza a destacar en el ámbito que fuere, el fraude es cosa de otros países, los puestos de importancia y responsabilidad son ocupados por quien más vale y nadie intenta auparse por encima de sus méritos mediante oscuros y sinuosos procederes, de manera que es impensable cualquier tragedia salvo las catástrofes naturales imprevistas, en cualquier lugar puedes mantener conversaciones inteligentes y pausadas con quien quieras...
En suma, Napoleón no murió en Santa Elena, sino que está hibernado, las pirámides las construyeron los extraterrestres, Elvis Presley sigue vivo y está empadronado con nombre falso en Azuqueca de Henares, nunca debí enviar a mi hijo unigénito al mundo para redención de los pecadores... “Salvemos a Excalibur y luego ya se verá, hombre, Viva el vino”.

http://www.nuevatribuna.es/

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