Vientres de alquiler: bebés made in India
La maternidad subrogada es una opción cada vez más frecuente entre los que desean ver cumplido su sueño de ser madres y padres. El procedimiento es el siguiente: se insemina un embrión de los solicitantes –o de un donante– en una madre de alquiler para que ésta lleve adelante el embarazo por ellos. Debido a su prohibición o falta de regulación en muchos países, India se ha convertido en el destino preferido para llevar a cabo esta práctica principalmente por el precio, la calidad de la tecnología y la disponibilidad de madres de alquiler. Frente a los que sostienen que todas las partes implicadas salen beneficiadas, hay quien denuncia la explotación de las mujeres que, de origen humilde, ofrecen su vientre con la esperanza de una vida mejor.
Una práctica milenaria
Lejos de ser una moda actual, muchos hombres y mujeres se han procurado descendencia a través de madres sustitutas a lo largo de toda la historia. Los expertos señalan el Antiguo Testamento como origen de esta práctica. «Ya que el Señor me impide ser madre, únete a mi esclava. Tal vez por medio de ella podré tener hijos» le dice Sara a su esposo, Abraham.
A día de hoy se trata de una práctica cada vez más extendida entre las parejas con problemas de fertilidad pero también entre parejas homosexuales y personas solteras que desean tener hijos y encuentran cada vez más trabas en los procesos de adopción.
Sin embargo, la maternidad subrogada retribuida o comercial –a cambio de un precio–, está autorizada en muy pocos lugares del mundo. Ante la prohibición o la existencia de un vacío legal para esta técnica en muchos países, los padres y madres (cada vez más) interesados, se ven obligados a viajar y realizar el tratamiento allá donde exista un marco normativo adecuado. Entre ellos India, dónde el fenómeno ha derivado en un rentable negocio que, según la Confederación de la Industria India (CII), creció alrededor de 2,3 millones de dólares en el último año. La buena tecnología médica y, sobre todo, el bajo coste son las principales razones que han convertido al país asiático en una meca para quienes ansían ser padres.
Mientras en algunas partes de Estados Unidos, como California, el tratamiento completo puede estar entre los 26.000 y 38.000 euros, en India es posible contratar el mismo servicio pagando de 8.000 a 15.000 euros.
La cigüeña de occidente
Uno de los centros pioneros en India es Akanksha, dirigido por Nayna Patel, una doctora que se ha convertido en una referencia para personas de medio mundo que viajan hasta el estado de Gujerat, al oeste del país, en busca de un útero de alquiler. Patel, famosa a raíz de su aparición en el programa de Oprah Winfrey, empezó a interesarse por las madres sustitutas en 2003, cuando ayudó a una abuela a gestar unos gemelos para su hija.
«Fue entonces cuando empecé con la maternidad subrogada comercial, cuenta la doctora, porque no todo el mundo tiene la suerte de tener una madre, hermana o amiga que geste a su hijo».
Desde entonces en su clínica han visto la luz ya casi setecientos bebés gestados en vientres de alquiler, y la demanda continúa aumentando. Por ello, la doctora Patel está construyendo un macro hospital a las afueras de Anand que abrirá en octubre de 2014 y acogerá entre 100 y 150 madres subrogadas, frente a las 60 que viven en la clínica actual.
Pasan allí todo el embarazo y conviven en habitaciones de entre cuatro y diez camas. Durante ese tiempo no se les permite salir y, salvo una emergencia, solo pueden recibir visitas de sus familiares una vez por semana. Harsha Bhadarka, doctora del centro, afirma que esto es así «para darles todos los cuidados y alimentarlas como ellas en casa no se lo pueden permitir». El control médico es exhaustivo y casi todas son sometidas a una cesárea para evitar cualquier complicación durante el parto. «Así, la clínica se asegura que todo marcha bien, y nosotras de recibir nuestro dinero» comenta una de las madres de alquiler.
Para Patel, sin la ayuda de estas mujeres muchas parejas no habrían podido cumplir su deseo de ser padres y madres: «el resultado final es que un bebé llegó a esta Tierra y eso es hermoso», declara. A cambio, la mujer que renta su vientre obtiene la vida que soñó «porque de otra forma no podría conseguir esta cantidad de dinero», asegura la doctora, ya que proceden de familias humildes y perciben una cantidad de dinero equivalente a lo que serían muchos años de trabajo. La pobreza hace que muchas de ellas repitan y repitan hasta llegar a los 35 años, la edad límite que marca la ley para minimizar los riesgos de la gestación.
El negocio a debate
Lo que para algunos se trata de una situación win-win en la que todos ganan –los médicos consiguen clientes, los futuros padres obtienen a sus hijos y las madres sustitutas consiguen el dinero que tanto necesitan–, para otros supone la explotación de mujeres que se ven obligadas a alquilar su cuerpo debido a su precaria situación de vida.
Los detractores de las clínicas de maternidad subrogada de India consideran esta práctica uno de los efectos más dañinos de la colonización. Según Ranjana Kumari, activista por los derechos de las mujeres y directora del Centro de Investigaciones Sociales en Nueva Delhi, «la comercialización ha provocado una gran explotación económica de estas mujeres», quienes se ven forzadas a esta situación por la pobreza en la que viven. En su opinión, [si alguien decide tener un hijo, alguna amiga o familiar debería ofrecerle su vientre. «¿Por qué tienen que hacerlo las mujeres pobres?» , se pregunta Kumari. Las críticas también destacan los abusos que las clínicas comenten en cuanto a la remuneración de las madres sustitutas.
En el lado opuesto se encuentran quienes defienden que las mujeres indias son libres para elegir lo que quieren hacer con sus cuerpos y no están obligadas a ofrecerse como voluntarias. El Dr. Malpani, especialista en fertilidad de Mumbai, opina que «no hay que tratarlas como estúpidas sólo porque son pobres».
Por su parte, la mediática doctora Patel asegura que seguirá enfrentando las acusaciones de quienes afirman «que esto es sólo un negocio, que esto sólo se trata de vender bebés, que es una fábrica de bebés» ya que, para ella, las mujeres reciben un trato justo: además de recibir los cuidados necesarios durante el embarazo, están siendo remuneradas con cantidades que les permiten cambiar de vida. «Con el dinero pueden comprar una casa, educar a sus hijos e incluso iniciar un pequeño negocio», afirma. En su opinión, el mundo de los grandes negocios, la política o la fama son más duros, y cree que en la sociedad actual, todo el mundo «está utilizando a una u otra persona» ¿Explotación o necesidad?
Tampoco las mujeres protagonistas alcanzan a comprender las críticas. Para ellas, el dinero que reciben les permite empezar una vida nueva y satisfacer las necesidades básicas de sus familias, tales como alimento, salud, vivienda o educación.
«Quiero ver que mis hijos logran todo lo que yo siempre deseé; por eso me convertí en madre sustituta».«Nadie nos obligó a venir aquí. Lo escogimos. Con el dinero que gane, daré a mis hijos unos estudios. ¿No quieren los padres lo mejor para sus niños? Pues nosotras, también», cuenta una paciente de la clínica de Patel.
Otra, que se hace llamar Manjula, reconoce que 8,000 dólares por llevar un bebé en su vientre «es mucho dinero». Madre de dos hijas y un hijo, antes de la maternidad subrogada ella y su esposo solían ganar menos de dos dólares al día trabajando en los campos. Esta es la segunda vez que gesta a un niño por dinero.
«La primera vez que vine, construí una casa», dice. «Ahora vine por mi hija. Tengo que educarla y casarla. Quiero enseñar informática a mis hijas; tengo que educarlas… lograr que se casen con un buen chico», agrega.
Para muchas, el servicio cambia por completo su destino y el de su familia. «Ahora tengo una oportunidad para hacer mi vida», confiesa otra de ellas. «Dios ha sido bondadoso». Evidentemente,son conscientes de que lo hacen por necesidad y muchas de ellas, como la protagonista del documental Made in India, reconocen que no hubieran dado el paso de no ser por su situación económica.
Una demanda creciente
Pese a las críticas, las madres de alquiler en India se han convertido en una verdadera industria nacional, por lo que se están tomando medidas para regular el sector y evitar así los abusos que puedan cometerse debido a los numerosos vacíos legales. La recién creada Sociedad India para la Reproducción Asistida, el INSTAR comprende expertos de infertilidad, embriólogos y juristas que pretenden establecer reglas para el respeto y bienestar de las madres subrogadas, como por ejemplo un salario mínimo y una compensación a las familias de aquellas que mueren a causa de complicaciones vinculadas con la maternidad.
En contra o a favor, la realidad es que a día de hoy cada vez son más las familias, parejas o individuos –con problemas de fertilidad o no– que eligen esta vía para convertirse en madres y padres. Pese a ser un tema polémico, sería deseable que los países se adaptaran a este nuevo escenario socialotorgando a la maternidad subrogada un marco legal específico donde no quepan, los abusos y conflictos que hoy se denuncian. Que todas las partes sean libres para elegir y conseguir lo que necesitan.
Foto de portada: Birth in India’s surrogacy capital/REUTERS, Mansi Thapliyal.
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