L GOBIERNO FRANCÉS LO HA PROHIBIDO
Un informe certifica que el bisfenol A es cancerígeno. Y está por todas partes
Uno de los lugares donde se ha encontrado mayor cantidad de BPA es en las botellas de agua de plástico. (Corbis)
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Hace casi ochenta años, desde que fue descubierto, el bisfenol
A se encuentra en el punto de mira de los profesionales sanitarios,
pero nunca hasta este preciso momento los científicos se habían
encontrado con tal cantidad de datos que refrendasen los peligros que
dicho compuesto puede acarrear. El bisfenol A se encuentra en un gran
número de productos que utilizamos en nuestra vida cotidiana ya que
forma parte del plástico policarbonado, que conforma los envases de
determinados productos alimenticios, los CD o, incluso, los biberones
infantiles. Este mismo martes, la Agencia Nacional de Seguridad
Sanitaria de Francia (Anses) ha publicado uno de los informes más
alarmantes respecto al BPA, en el que asegura que puede ser altamente dañino para las generaciones venideras, especialmente en lo que respecta al cáncer de pecho. Se
trata de un compuesto que, en mayor o menor grado, se encuentra en el
organismo de todas las personas, y que se elimina a través de la orina.
Hasta
la fecha, los Informes de Evaluación de Riesgo realizados por la Unión
Europea señalaban, después de la evaluación de más de mil estudios, que
no existe ninguna relación entre el compuesto y el cáncer. Sin embargo,
la reciente investigación asegura que aquellos fetos que han sido
expuestos en el útero a las mismas tasas de BPA que suele tener la
población general tienen más posibilidades de sufrir cáncer de pecho
cuando crezcan. El estudio señala que en un 23% de los casos, las
mujeres embarazadas están expuestas a niveles del compuesto
potencialmente peligrosos.
Un nuevo panorama legislativo
Los
resultados de dicha investigación acaban de ver la luz pública, y quizá
obliguen a rediseñar la legislación que sobre el compuesto existe en
otros países como España, donde el pasado año la Fundación Vivo Sano
pidió seguir el ejemplo francés y prohibir el BPA, ya que se
trata, en su opinión, del “mayor disruptor endocrino”. La Unión Europea,
hasta la fecha, solamente ha prohibido la fabricación de biberones
infantiles con este compuesto, una medida aprobada en 2011. El
reglamento comunitario vigente, el 10/2011/EU, indica que el límite de
migración específico se encuentra en 0,6 mg/Kg.
¿Dónde se encuentra?
El
estudio francés también señala cuáles son las principales fuentes de
contagio del componente. La primera es la dieta, que supone el 84% de la
exposición al BPA de la mujer embarazada. De ese porcentaje, alrededor
de la mitad pertenece a la resinas epoxi que se obtienen de la reacción
del bisfenol A con epiclorohidrina, que suelen estar presentes en un gran número de botes o envases
en los que se comercializan los alimentos. Esto también ocurre con el
agua embotellada. Sin embargo, se desconoce de dónde proviene entre el
25 y el 30% del BPA presente en los organismos de las mujeres
analizadas. Debido a que forma parte de los plásticos policarbonados, el
compuesto también puede ser encontrado en coches, aviones, gafas,
utensilios médicos o barnices.
Una historia interminable
El
bisfenol A se ha encontrado en el punto de mira de científicos y
legisladores desde hace unos cuantos años, aunque aún no se haya
conseguido llegar a un consenso definitivo sobre el tema, sobre
todo en su relación con enfermedades tan diversas como las anteriormente
nombradas o la pubertad precoz. En septiembre de 2008, un estudio
publicado en el Journal of the American Medical Association
señaló que aquellas personas con un mayor nivel de BPA en el organismo
tenían un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes
tipo 2 y anormalidades en las enzimas hepáticas. En 2010, otro informe
realizado por la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados
Unidos (FDA), que en el pasado se había mostrado escéptica respecto a
los auténticos efectos del compuesto, intentó concienciar a los
ciudadanos americanos y empresas productoras de los problemas asociados
al BPA.
Al contrario que lo
que ocurre actualmente en la Unión Europa, la organización considera que
la inexistencia de riesgos sobre el bisfenol A está tan demostrada que
no es necesario aplicarle ningún principio cautelar. Sea como sea, lo
que está claro es que uno de los grandes retos que tiene la ciencia por
delante durante los próximos años es averiguar el auténtico alcance de los efectos negativos de este compuesto.
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