El primatólogo Pablo Herreros, que fue colaborador de El Mundo, ha fallecido a consecuencia de un cáncer de pulmón
En su último libro, La inteligencia emocional de los animales, Pablo Herreros Ubalde contaba que los humanos no somos las únicas criaturas que sentimos dolor ante la muerte de un ser querido: se ha comprobado, por ejemplo, que los elefantes forman un círculo alrededor de un miembro fallecido de la manada, y acarician sus huesos en señal de duelo.
Esta es solo una de las muchísimas lecciones que Pablo nos enseñó a lo largo de su vida para demostrar, como le gustaba decir a él, que "los humanos somos más animales de lo que creemos, y los animales, más humanos de lo que nos han hecho creer hasta ahora". Hoy, tras conocer la trágica noticia de su fallecimiento como consecuencia de un cáncer de pulmón, todos los que le conocimos y aprendimos tanto de él nos sentimos huérfanos, no solo por la pérdida de un brillante comunicador científico, sino también de una persona excepcional que transmitía bondad y generosidad hacia todos los animales (humanos o no) que se cruzaban en su camino.
Pablo Herreros Ubalde fue el gran pionero de la divulgación primatológica en España. Inspirado sobre todo por las investigaciones de Jane Goodall, Frans de Waal y Marc Bekoff, logró transmitir a un público muy amplio, a través de sus blogs, libros, series de televisión y conferencias, los múltiples descubrimientos que han demostrado en las últimas décadas los comportamientos que nos asemejan a otras especies en el árbol evolutivo, y sobre todo con nuestros parientes más cercanos del reino animal.
Pablo solía citar con frecuencia una frase de Charles Darwin que resumía perfectamente sus motivaciones a la hora de estudiar y divulgar el comportamiento de los simios: "Aquel que entendiera a los primates, haría más por comprender la esencia del ser humano que el filósofo John Locke". Estaba convencido de que mirarnos en el espejo de nuestros hermanos primates es una de las estrategias más eficaces para comprendernos a nosotros mismos (tanto nuestras grandezas como nuestras miserias), y se volcó durante toda su carrera profesional en comunicarlo de manera rigurosa y a la vez accesible para todos los públicos.
Nacido en Torrelavega (Cantabria) en 1976, la pasión y fascinación de Pablo por los animales venía de lejos, ya que su familia había sido fundadora y propietaria de un zoológico en Santillana del Mar, y desde pequeño había pasado muchas horas observando a toda clase de criaturas, además de jugando con sus queridos perros, Truska, Tara y Lupo. Inicialmente estudió Sociología, pero tras licenciarse en esta disciplina, le pareció que para realmente entender en profundidad a las "manadas" humanas, primero tendría que explorar nuestras raíces evolutivas a través de la observación de nuestros parientes más cercanos, y decidió lanzarse a la aventura de la primatología.
Tras realizar un Máster en esta disciplina por la Universidad de Barcelona, se enroló en sus cursos de Doctorado para realizar una tesis, pero poco después le surgió la oportunidad de empezar a colaborar con Eduardo Punset como guionista en Redes, entonces el programa estrella de ciencia en televisión. A partir de entonces, la divulgación científica se convirtió en su gran pasión, y a través de la Fundación Punset lanzó su primer blog, Somos primates, y empezó a dar conferencias en las que explicaba a ejecutivos cómo el estudio de las manadas de chimpancés podría ayudarles a comprender las claves del liderazgo y el éxito empresarial.
Somos primates era no solo el nombre del primer blog de Pablo, sino también de su cuenta de Twitter; y fue a través de los ingeniosos y provocadores tuits que lanzaba en esta red social (en los que comparaba, por ejemplo, a los directivos que dan puñetazos en la mesa con las demostraciones de fuerza en las que los gorilas se golpean el pecho), cómo le descubrí yo cuando era el redactor jefe de Ciencia de El Mundo.
Después de una deliciosa entrevista que le concedió a este periódico, la desbordante personalidad de Pablo, y su capacidad para divulgar los hallazgos de la primatología con ejemplos de nuestra vida cotidiana, me convencieron de que podría ser un gran fichaje como bloguero para la sección digital de Ciencia ELMUNDO.es. En cuanto le propuse la idea a Fernando Baeta, que en aquella época era el director de la web de El Mundo, no solo le gustó, sino que de inmediato me propuso un nombre para el nuevo blog. "¡Lo llamaremos Yo, mono!", exclamó Baeta en una explosión de entusiasmo.
Así, el 10 de noviembre de 2012, nació un blog que tuvo un enorme éxito de público, colocándose repetidamente en la lista de noticias más leídas de la web de El Mundo. De hecho, su popularidad fue tan notable que, dos años después, la Editorial Destino le ofreció a Pablo publicar un libro también titulado Yo, mono y al año siguiente, La2 de RTVE también le ofreció dirigir y presentar un programa de televisión de 10 capítulos de nuevo con este mismo título.
Tanto en el blog original, como en el libro y en la serie televisiva, el objetivo de Pablo, siempre fue el mismo: intentar explicar las claves del comportamiento humano al gran público, partiendo de la base de que somos primates, y que, por lo tanto, hay muchos aspectos de nuestra psicología (desde la agresividad a la bondad, o desde la xenofobia a la solidaridad) que sólo podemos comprender si tenemos en cuenta de dónde venimos desde un punto de vista evolutivo.
Para Pablo, una lección fundamental de la primatología era que cuando hablamos de "la ley de la jungla", decimos que "el hombre es un lobo para el hombre" o insultamos a alguien llamándole "salvaje", caemos en el error de pensar que todo lo malo que tiene el ser humano es su lado "animal", mientras que lo bueno o ético es lo que logramos inculcarle a través de la "civilización".
Sin embargo, lo que demuestran múltiples investigaciones que Pablo citaba repetidamente en su blog, sus libros o sus intervenciones televisivas, es que en realidad la empatía y el altruismo ya están presentes en muchas otras especies animales. Por lo tanto, el hecho de que "somos primates" significa que nacemos con una herencia biológica que nos capacita, al igual que a los chimpancés y bonobos, para sufrir compasión por el dolor de los demás y ayudar al prójimo cuando lo necesita.
"Lo que trato de transmitir", me decía Pablo en una entrevista publicada por este periódico, "es que la violencia y la agresividad son sólo una parte de la historia. Y que cada vez hay más evidencia de que tanto en los primates como en los primeros homínidos la solidaridad y el altruismo fueron las claves del éxito de nuestra especie. Es decir, somos los herederos de unos primates especialmente cooperativos, que usaron el altruismo y el ingenio para conquistar el planeta".
Además de "Yo, mono", Pablo también realizó en El Mundo otro videoblog divulgativo titulado "Sociedad animal", en el que cada semana analizaba diferentes aspectos del comportamiento no solo de primates, sino de muchas otras especies, mediante reportajes realizados en los recintos del Parque de la Naturaleza de Cabárceno. Además, también colaboró en otros proyectos de divulgación científica en televisión, como el programa ADN Max, presentado por Xavier Sardá en Discovery Max, y fue un conferenciante de gran éxito en formatos como los TED Talks,siempre centrándose en el comportamiento animal, y en cómo su observación sirve para comprendernos mejor a nosotros mismos.
En los últimos años, se volcó en la escritura de La inteligencia emocional de los animales, un ensayo en el que explora hasta qué punto las emociones que solíamos considerar un monopolio exclusivo del ser humano pueden observarse también en otras especies.
Siguiendo una vez más la estela del propio Darwin, Pablo argumentaba con múltiples ejemplos de las investigaciones más recientes que las diferencias entre humanos y animales son de grado y no de tipo, y que por lo tanto prácticamente todas las emociones, incluyendo las que asociamos con la moral, existen en otros animales, aunque sea de una forma más primaria o arcaica. Afortunadamente, antes de que cayera enfermo con el cáncer que ha acabado con su vida, pudo dejarnos esta última joya divulgativa.
"Cuanto más estudio a los animales, más conozco a las personas. Lo mismo pasa a la inversa", declaraba Pablo a este periódico hace tan solo unas semanas, en la que ha resultado ser su última entrevista. Su trágico y prematuro fallecimiento supone una pérdida irreparable para el mundo de la comunicación científica en España, y deja un desgarrador vacío imposible de llenar para la legión de primates amigos que formábamos parte de su "tribu".
https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2018/12/22/5c1e1aee21efa0021b8b4634.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario